La salida de Soldado elimina las últimas trazas del ‘Llorentismo’

Todo suma. En la vida, para bien o para mal, los pequeños detalles pueden pasar desapercibidos o, por contra, acumularse hasta formar un argumento de mucho más peso. Desde su aterrizaje a principios de junio, la administración Salvo ha tomado una serie de decisiones muy habituales en el mundo de la empresa: cambios en las estructuras y jerarquías para amoldar el club a la entidad que pretenden dirigir. Y dichos cambios se realizan en un ente con muchas constantes y los mismos nombres en los últimos veinte años. La renovación, sobre el papel, iba a ser profunda. Y lo está siendo a todos los efectos.

El posicionamiento de Roberto Soldado en los últimos años como jugador referencia y defensor de la gestión de Manuel Llorente -el 18 de enero indicó en rueda de prensa estar «a muerte con Llorente, que está haciendo las cosas de la mejor forma posible»– era, desde el principio, una dificultad más en la relación entre la nueva directiva y el delantero. A eso se le sumó el conflicto entre Amadeo Salvo y la agencia Toldrá Consulting, a raíz del caso del canterano Pedro Xirivella, que se marchó al Liverpool el mes pasado.

La estrategia del Valencia siempre fue la misma. Si el jugador estaba dispuesto a seguir en el club, implicado al máximo, sería la referencia, el líder, el jugador más mediático y el mejor pagado. No sería Soldado, sino ‘Capitán General’. En cambio, desde el principio Amadeo Salvo notó divergencias. Detallitos preocupantes. Los agentes del jugador hacían referencia a una promesa de Llorente, hecha la temporada anterior tras negarse a negociar con el Totteham a finales de agosto de 2012. Aunque nadie lo dirá en voz alta, sí era una cuestión de pasta. Soldado se quedaría para liderar el proyecto, sí, pero siempre y cuando su sueldo se viese aumentado en consonancia. Y Amadeo Salvo no estaba dispuesto a pasar por ese aro.

La lista de bajas este verano demuestra que al nuevo presidente no le tiembla el pulso si considera que puede haber conflictos o problemas en la transición hacia un modelo de club moderno y adaptado a las nuevas necesidades a nivel internacional. La salida de Albelda fue quizá la más significativa, pero le siguieron la de Juan Sánchez en Paterna, Paco López en el filial, dos directores generales en el club, Jordi Candel en la parcela médica, Jordi Bruixola en el departamento de comunicación… En la mayoría de casos, no era cuestión de capacidad. La confianza, ese intangible tan fundamental, obligaba a hacerlo. Salvo quería gente en quien depositarla en puestos clave dentro de la estructura del club.

Si bien al final la habilidad negociadora del presidente ha sacado el máximo precio por un jugador que no quería vender hace dos meses -no es lo mismo cobrar 30 ‘kilos’ que 26 millones y cuatro en variables-, no hay que olvidar dar dos pasos atrás y observar el panorama desde la distancia. Hubo un vacío de poder en abril y mayo en el que se hicieron algunas cosas mal, y luego otras cosas a mala leche. Por eso, nada más entrar, Salvo quiso cambiar muchas cosas.

A la espera de que conozcamos los datos de la ‘Due Diligence’, que colocará objetivamente y con números a cada uno en su sitio, la salida de Soldado no es más que la última ficha de dominó en caer. Una ficha que todos querían retener pero que, viendo las circunstancias y lo agrio que se había puesto todo en las últimas semanas, vale la pena dejar marchar en aras de la estabilidad en la entidad. Jugador, club, agentes… Todos salen ganando.

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