Magos e ilusionistas

Aquella película en la que una SAD enjugaba su caos con una ampliación de capital en la que emergía una Fundación con papel de protagonista para suscribir TODO el capital no vendido y veía avalada su compra por TODOS los valencianos ha terminado convirtiéndose en una herencia envenenada para los receptores de un legado confuso.

Con la que está cayendo, no hay gobernante en su sano juicio que se atreva a explicar que tapa con dinero púbico los desmanes del fútbol. Sobre todo si tiene que enfrentarse día sí y día también a un alud de escaseces en aquellos servicios que son de verdad imprescindibles para el ciudadano.

Aquellas soluciones ‘mágicas’ pesan como una losa y no hay mago ni escapista capaz de zafar al gobernante de tan onerosa carga. Pero cuando se dictó la sentencia por la cual el poder público dejaba de ser garante del pago, pareció obrase la magia -¿serán magos los demandantes?- hasta el punto de suspirar ufanos por la liberación que tal sentencia propiciaba.

En aquel ir y venir de avales y demandantes ya se había buscado el relevo en la Fundación ante la incapacidad confesada para pagar su deuda desde el seno del patronato. Entonces, bien por la ilusión de encontrar soluciones o por el ilusionismo de los aspirantes, parecieron desaparecer las trabas y los trompicones.

Era una evidencia que el asalto al poder venía dado por las evasivas de Llorente para hacer frente a la factura de la Fundación amparado en la dificultad que entrañaba deshacer el entuerto sin caer de bruces en la manoseada ‘asistencia financiera’.

El caldo de cultivo era propicio: el desgaste de los ‘salientes’, su alocado atrincheramiento y el afán por ver caras nuevas ayudaron a la ‘entrada bajo palio’ de los nuevos responsables de la Fundación, y su puesta en escena acabó por encandilar al valencianismo. Se puede decir sin temor a equivocarse que la batalla de la calle la han ganado por goleada. Han cambiado las formas, han pasado el cepillo a la caspa y han merecido el favor popular.

Pero queda un laaaaargo camino que recorrer. De momento se sabe poco o nada de cómo se va a aplicar la fórmula para pagar la cuenta desde el club sin caer en la dichosa ‘asistencia’, cuestión más urgente que ninguna otra a la vista del vencimiento de pago inminente. Si, como dijeron, tienen la solución, será mejor ejecutarla urgentemente. Pero nos hemos encontrado con un contundente: ‘no podemos pagar’. 

Fue habitual, por aquel entonces, escuchar de boca de los aspirantes que su proyecto tenía también viabilidad sin aval, pero nos hemos encontrado con un inesperado viraje en el discurso: ahora es precisamente el aval lo que les tiene paralizados.

Cierto es que llevan poco tiempo al mando y mercecen, como el que más, un mínimo margen de tiempo. Están aterrizando y levantando alfombras. Pero no hay tiempo que perder. Hacer desaparecer el agujero negro de Fundación y club como David Cooperfield hace desaparecer la Estatua de la Libertad no es fàcil… pero ellos son los llamados a intentarlo.

 

Nacho Cotino (@NachoCotino)

Periodista

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