La televisión ya no es lo que era

 

 

1.- Vemos más tele, pero más solos.

Porque sí, la televisión aún es nuestra manera favorita de enfrentarnos al mundo, de divertirnos e informarnos. ¿Conocen personas que dicen que no la ven nunca? Bueno: España ha vuelto, por enésima vez, a batir su récord de consumo televisivo. Los españoles dedicamos, diariamente, una media 4 horas y 6 minutos a ver la televisión. Los valencianos, de hecho, estamos entre quienes más la vemos: 4 horas y 35 minutos, sólo por detrás de los andaluces.

Curiosamente, este aumento de consumo se produce cuando se han desplomado las ventas de receptores (en casi un 25% anual, nada menos). Y aunque ambos datos tienen sin duda que ver con la crisis, también se relacionan con una nueva manera de enfrentarnos a la pantalla: ahora el 44% de nosotros ve la televisión a solas, mientras ya sólo el 16,5% lo hace en grupo, la manera más habitual en las familias hasta los 80.

Extraemos, por tanto, una idea: consumimos más televisión porque ahora “nos gusta más”, al tratarse de una experiencia más personal, ligada a nuestros gustos más íntimos. Y para esta relación más cercana no hay terreno fijo; no se produce sólo en el televisor de casa, sino en cualquier pantalla: también en el ordenador, en el móvil, en la tablet…

2.- Rompiendo cadenas.

Y así, hemos dejado de consumir “televisión”: ahora consumimos “producto audiovisual”, sin hacer caso al embalaje. Vemos series en el portátil, recuperamos en la tablet emisiones a la carta. La parrilla de la cadena ya no es el menú obligatorio que era hace años. La oferta de programas se ha multiplicado. Hasta los receptores modernos incluyen conexión a internet, para recibir vídeos de Youtube o Vimeo. Las cadenas ya no crean contenidos, sólo los gestionan: han creado muchos más canales donde distribuir esa oferta, segmentando por edades, géneros y temas. Hay canales de películas, canales para hombres, para niñas, para niños, ¡para perros, en serio!, y son accesibles vía TDT desde el televisor, o vía internet, o vía…

¿Añoran aquellos años en que todos veíamos el mismo programa y lo comentábamos al día siguiente? Ya no existen: la fragmentación del mercado y la sobreoferta han creado un mundo nuevo. Ahora un programa puede ser líder de audiencia con un 14% de share, cuando hace 15 años era un fracaso todo lo que bajase del 20%. Porque la primera emisión ya no lo es todo: además de las reemisiones constantes, debemos contar cuánta gente ha visto el programa a la carta o lo ha descargado en torrent. Y todo, sí, porque hemos llenado el mundo, nuestras casas, de pantallas.

3.- Multipantalla, la palabra de moda.

…y al llenarlo de pantallas hemos vuelto a cambiar el juego. No sólo es que veamos más contenidos en soledad, es que además lo hacemos mayoritariamente mientras tenemos otra pantalla en marcha: el móvil, la tablet, lo que se invente. El 62% de las personas que ven la tele están a la vez en internet, mayoritariamente en redes sociales. Y muy probablemente están comentando el programa con sus contactos, por supuesto. Así que, de pronto, los “realities” y concursos en directo ya no compiten sólo por la audiencia, sino por ser Trending Topic, tema destacado en Twitter, la red social instantánea.

Es mucho más que una moda, claro: a menudo los comentarios sobre el programa son mucho más interesantes que la emisión en sí. Y más importante todavía, nos permiten participar: la implicación del espectador, la sensación de formar parte del juego, es mucho más intensa. Por eso, ahora un programa de éxito es aquel que genera más comentarios en las redes sociales, y los productores buscan explícitamente este efecto.

Así aparecen los nuevos “realities”, llenos de personajes desquiciados y actores que generarán polémica en internet. En España algunas productoras se han especializado en este método, como Cuatro Cabezas, autora de “Quién quiere casarse con mi hijo” o “Un príncipe para Corina”, que suscitan en Twitter miles de ironías por minuto. También la ficción se ha imbuido ya del nuevo método: la serie española de mayor éxito, “Cuéntame”, anima las redes sociales en el momento de su emisión con preguntas explícitas.

El modelo se está imponiendo, y es ahora mismo la tendencia más clara en la televisión mundial. Aunque la disfrutemos en soledad, internet nos permitirá recibirla en comunidad, comentar y compartir la experiencia, y, en una palabra, formar parte del espectáculo. Caminamos hacia una tele que no sólo se “ve”, sino que se “vive”: se combina con internet, con videojuegos, con debates entre la audiencia. Los estudiosos del fenómeno hablan de un cambio irreversible e inminente.

4.- A la espera de la consolidación.

Mientras tanto, la realidad (y sobre todo la más cercana) se empeña en ponernos los pies en el suelo. Por una parte, este modelo de televisión participativa deja fuera una buena parte de la población: la que todavía no usa internet a todas horas. Por otro lado, la publicidad (la manera en que toda esta industria se sustenta, a fin de cuentas) todavía se contrata basándose en los datos de audiencia que certifican los audímetros, que evidentemente no tienen por qué coincidir con lo más comentado en Twitter. Unamos a esto un último dato: la inversión en publicidad en televisión, este año, ha vuelto a caer casi un 13%, y ya estamos en menos de la mitad de como estábamos antes de la crisis, nada menos.

¿Qué conclusión extraemos de todo esto? Principalmente, que la creación audiovisual ha alcanzado un grado de madurez tecnológica que está a punto de cambiar para siempre nuestro concepto del entretenimiento. Jugar, ver ficción, ver programas; todo está ya interconectado y presente en nuestros ordenadores, televisores, móviles. Nuestras pantallas serán intercambiables, omnipresentes, adaptadas a nuestros usos. Y el resultado será una mayor interrelación entre vida y entretenimiento: un espectáculo total. Como contrapartida, la industria todavía tiene que encontrar la manera de convertir esta tendencia en un modelo económicamente sostenible, que dé suficiente beneficio para mantenerse en el tiempo. Y para ello antes tendrá que salir de la crisis en que se encuentra.

En cualquier caso, todo el mundo parece estar de acuerdo: la revolución del entretenimiento moderno no ha hecho más que comenzar, y nuevos modelos de televisión van a comenzar a desfilar ante nosotros en breve. Los próximos años pueden ser apasionantes.

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