Nico Estévez u otro pilar de la Academia al rescate del Valencia

Y atención porque lo que se le viene encima es poca broma. Sin apenas tiempo para asimilar sus nuevas funciones se presentará el próximo jueves en Mestalla el Nàstic de Tarragona, con un 0-0 de la ida y un rival relamiéndose ante la ventana que se abre para ellos, inseguros en Segunda B pero ilusionados con pescar en las revueltas aguas que pasan por el Turia. Y tres días después, el más difícil todavía con la visita del multimillonario Real Madrid de Cristiano Ronaldo, Bale, Isco y compañía.

Más de uno se hubiera quedado refugiado en el filial, que además bastante trabajo está teniendo por delante en los últimos tiempos para escapar de la zona baja, y hubiera buscado excusas para no acudir a la llamada de sus jefes. Pero su sentido de la responsabilidad, su compromiso con los nuevos ideales de cantera que profesa el Valencia y su competitividad desmedida le han llevado a ocupar el asiento principal del banquillo, mucho antes de lo que hubiera esperado.

Pero fue ese mismo carácter el que le llevó a jugársela marchándose a un club recién nacido como Huracán Valencia, con la presión añadida que conllevaban los objetivos de ascenso a Segunda División impuestos por la directiva rojiblanca. En Manises, dos años de playoffs de ascenso y un final de película de terror para su etapa, a pocos centímetros de que un balón entrase en la portería rival y confirmase el histórico ascenso de categoría. Hubo llamadas del extranjero y de equipos de superior categoría, pero nada se podía comparar con su ilusión por volver a casa, a esa Ciudad Deportiva de Paterna en la que unos años antes se divertía entrenando y educando a los más jóvenes de la cantera.

Esta vez el reto era más importante, el Valencia Mestalla, lidiar con la obligada formación mezclada con las urgencias clasificatorias de una institución tan importante como la blanquinegra. Mismas urgencias por las que ahora pasa el primer equipo, donde otro currante de la Academia Gloval como Rufete ya fue llamado a filas hace tres semanas, lo mismo que le ha pasado a Nico Estévez antes del parón navideño. Deja la resurrección del Mestalla para asumir la obligada reacción del primer equipo, al borde del KO en la Copa y con serias opciones de ser humillado ante su gente cuando aterrice el Real Madrid.

Amante del diálogo continuo con el jugador, su talante conciliador debe encajar como un guante en un vestuario que no necesita incendios antes de estas dos finales, sólo alguien que les transmita todos esos valores de sacrificio, esfuerzo colectivo, atrevimiento, descaro… que junto a Rufete y el resto de técnicos de la Academia Gloval lleva inculcándoles a todos los canteranos que pasan por sus manos en la presente campaña. El papel que nunca hubiera deseado coger en estas circunstancias le cae en el peor momento posible, pero ahora es momento de demostrar por qué el manager general y el presidente han desechado otras opciones y le han dado a él las llaves del vestuario más importante del club.

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