Ponga un inversor en su vida

He estado estos días investigando con cierta profundidad sobre los inversores en clubes deportivos. Sus lugares de procedencia, sus intereses varios y los lugares en los que invierten. Y miren; depende de donde mire, me echo a llorar o tiendo a mejorar.

Lo primero que hay que decir es que ninguno de los clubes comprados a golpe de talonario en el fútbol europeo tenía la deuda del Valencia cuando fueron vendidos. Ni de lejos. Y luego, los datos de inversores en España son indiscutibles; inversor que pasa por aquí, ratero que se los lleva. Alavés, Racing o Málaga me vienen a la mente. En el caso de los dos primeros, Piterman y Ali Syed, delincuentes habituales a la caza de su negocio importándoles un bledo el club de fútbol.

Y el último y más reciente, el jequecito del Málaga. Que sí puso pasta el primer año -pagando tarde y mal- pero que en cuanto el negocio real que buscaba -un puerto deportivo- no cayó en sus manos, se marchó con los petrodólares a otra parte. Vamos, otro al que le importó un bledo el club de fútbol. Y ya ‘dels nostres’ Dalport y Alvarado mejor ni se los recuerdo. En resumen; en España sólo hay casos de especuladores con intereses absolutamente económicos. Como dice mi buen amigo Manolo Montalt, de magnate a mangante solo cambia una letra.

Distinto es el caso en Inglaterra. Quizá porque hablamos de un país del que no salen chorizos en la política, los sindicatos o los bancos a cada piedra que levantas. Y ya se sabe, chorizo llama a chorizo…made in Spain. Supongo que la economía anglosajona y sus posibilidades de negocio también tendrán algo que ver.

El caso es que muchos clubes ingleses han sido vendidos a un inversor. Manchester, Liverpool, Arsenal, QPR o el mismo Cardiff City. Un modesto club galés que compró el magnate malayo Vincent Tan. Un tipo al que hay que dar de comer aparte, y que fue capaz de cambiar los históricos colores y el escudo del club porque no le gustaban para la promoción en su país. Y a callar todo el mundo. Ya se sabe; qui paga mana. ¿Se imaginan al futuro dueño del Valencia cambiando el blanquinegre por el blaugrana? Podría pasar. No se rían. Pero más allá de excentricidades, lo cierto es que en Inglaterra no acaba de ir mal esto de un inversor de fuera.

Y luego están los grandes nombres. Chelsea, Manchester City, PSG y desde hace dos telediarios el Inter. Comprado éste último, por cierto, con una deuda similar a la del Valencia. Pero claro, hablamos de un club que tiene en sus vitrinas algunas Copas de Europa más que el club de Mestalla. Pequeños detalles, que diría el maestro Ciraolo.

Estos cuatro tienen en común un loco del futbol con mucha pasta y una ciudad de primer nivel europeo. Milán, Paris, Londres…y efectivamente; Manchester. La excepción que confirma la regla. Una ciudad de chicha y nabo, pero con un jeque que debió ver al United por la tele y le dio envidia. Y ya se sabe lo que pasa si eres multimillonario y te da envidia algo. Compras lo de enfrente. Aquello de ‘jo ho pague’ tan de Juan Soler. Ay, Juan Soler…

Y después de todo esto, llegamos al Valencia. Seamos sinceros. Una ciudad que está en nuestra querida España, que no está en Inglaterra y que no se trata de una de las grandes capitales europeas. Y encima  no tiene una deuda comparable con ninguno de los clubes antes mencionados. Vamos, que jugamos al póker con una triste pareja.

Pero ojo. Una pareja triste, pero con pedigrí. Primero porque el club es aparentemente muy atractivo para un inversor -hasta que vea las cuentas- porque la marca VCF es muy conocida en el mundo y goza de mucho más prestigio que sus balances. Y esa es una carta que todos van a jugar. El que vende y los que quieran comprar.

Y segundo, porque en el mundo sí existen locos del fútbol podridos de pasta que todavía están por llegar a España para competir con Real Madrid y Barcelona. Algo muy atractivo si eres futbolero y ambicioso. Y como dinero llama a dinero, competir con los dos grandes llevaría al nuevo Valencia a hacerse un hueco en el mercado español y sobre todo en el europeo y mundial. Eso podría ser una gran inversión, y ahí el Valencia no tiene rival en la liga. Ni siquiera el Atleti, instalado en una ciudad cuya marca mundial del futbol ya existe; el Real Madrid.

Así que seamos optimistas. No mucho, pero si lo suficiente para no temer una venta que, a día de hoy, es la única salida tras la negligencia constante de una Generalitat que ahora pretende salirse de la partida. Como si fuéramos todos tontos. Y digo ser optimistas porque, habiendo una deuda tan astronómica que Bankia quiere cobrar, el Valencia difícilmente caerá en manos de los Dalport, Alvarado y fondos buitres varios. Ya se preocupará el banco de asegurarse el cobro de sus deudas con un inversor fiable.

Eso si, no esperen ustedes otra cosa de Goirigolzarri. Ni preocupación por el proyecto deportivo ni leches. Milongas. Y de ‘la nostra Generalitat’ tampoco. Porque los dos actores de esta partida hace tiempo que solo tienen interés en una cosa. El dinero. El que quiere cobrar uno y el que no quiere avalar el otro. Del Valencia CF que se preocupe el nuevo. Si es que quiere.

 

Kike Mateu (@kike_mateu)

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