¿Quién es Rami?

¿Quién? De verdad, ¿quién? Rami es el que siempre tiene una sonrisa en la cara. Interpretable, dependiendo de hacia dónde sople el viento. Un tipo que en el trato cercano se gana enseguida a la gente. Engañosa sensación. Un tipo que demostró ayer que el egoismo y las puñaladas son moneda de cambio común en el fútbol moderno.

¿Quién es Rami? El que, a pocas horas de un partido vital para la supervivencia del actual proyecto del Valencia, se ‘borró’. Tal cual. Un vendaje y una cojera exagerada le valieron de tapadera provisional, pero el pastel se descubrió 48 horas después cuando entrenó a tope en Paterna. El que ya la temporada pasada se esfumó de las convocatorias en los últimos dos meses de competición con problemas de calado similar. El que odia a una prensa que le ha ‘tapado‘ muchas más veces de las que merecía.

¿Quién? El que sonreía ante el drama, porque la cosa no iba con él. Mientras el pasado jueves por la noche algunos de sus compañeros digerían en silencio el ridículo ante el Swansea (0-3), era el que se aferraba a su pareja mientras se descojonaba de risa. El que suscitó alguna mirada de enfado por parte de jugadores dolidos que comparten vestuario todos los días con él, pero que desde luego no comparten objetivos comunes a tenor de lo visto. El que criticó a Braulio en una entrevista hace un par de meses, cuando fue el gallego el que movió cielo y tierra para traerle de la Superliga francesa.

Rami es el que tiene a todos los estamentos del club hasta las mismísimas narices. El que camina sobre el agua y cree tener derecho de pernada sobre todo y sobre todos. El que ha cansado definitivamente a sus compañeros con sus tonterías, con sus bufonadas y su falta de profesionalidad. El que puso en un apuro al cuerpo médico aduciendo un dolor que no sentía para camuflar su no convocatoria. El que lleva tratando de cargarse a Djukic desde hace semanas.

Hablamos de una persona que respondía a críticas en su cuenta de Twitter con mensajes privados amenazantes a aficionados. ¡A aficionados! El que hacía tres cuartos de lo mismo con periodistas que no le bailaban el agua. El que se pasa al departamento de prensa del club por el Arco del Triunfo. El que bailó el Gangnam Style con un pie ‘a la virulé’, agravando su lesión. El que se cogía minivacaciones cuando le daba la gana con Unai Emery.

Rami es el que ayer avergonzó y abochornó al valencianismo en pleno con unas declaraciones indignas de un futbolista profesional. El que grabó ayer a las cuatro y media de la tarde una entrevista incendiaria, y que horas después todavía dejaba caer que quizá «tendría que defenderse» públicamente en algún medio de comunicación. El cinismo personificado. El que tira la piedra y esconde la mano. El que, quizá, se vea obligado a dar una rueda de prensa pidiendo disculpas próximamente en la que contará su enésima bacalá.

Adil Rami es el que ayer se cagó conscientemente en más de noventa años de una entidad con miles de ilusiones, sueños y personas detrás. El que le faltó al respeto a su entrenador y humilló públicamente a unos compañeros a los que llamó «pelotas». En un club en el que tipos como Romario, Penev, Kluivert, Miguel o Banega han hecho barrabasadas de todos los colores, jamás nadie osó criticar a sus compañeros de vestuario de esta forma.

Rami es el que no se creía, ayer por la noche, que Djukic le había expulsado de la convocatoria. El que pensaba que echar un pulso nuevamente a un entrenador que no pasa por su mejor momento le saldría gratis, como tantas y tantas ocasiones. El que no cayó en la cuenta de que los aficionados del club están hasta el gorro de sus tonterías. El que tensó la cuerda hasta romperla.

Rami es el que nunca jamás, bajo ningún concepto, debe volver a vestir la camiseta que ha ensuciado para siempre con su veneno verbal. El que no ha ganado ningún título desde que llegó en 2011. El que tiene mucho que callar y mucho que aprender de centrales como Arias, Camarasa, Voro, Bjorklund, Ayala, Pellegrino… y Djukic. Sí, Djukic.

¿Que quién es Rami?

Desde hoy, un ex futbolista del Valencia.

 

Paco Polit (@pacopolit)

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