Se barruntaba una multa gorda a Adil Rami desde aquel martes 24 de septiembre en que el galo llamó ‘pelotas’ a sus compañeros de vestuario y cargó contra el trato que Djukic le dispensaba. Los abogados, por contra, recomendaron prudencia a Amadeo Salvo. La reglamentación vigente y el ojo vigilante de la AFE jugaban en contra del club. En todo caso, la sanción –«muy grave»– habría sido inferior a 9.000 euros, aplicando a rajatabla el código de régimen interno en lo que respecta al apartado de sanciones del convenio colectivo de la AFE.
Salvo jugó sus cartas y aguardó su momento. Y la oportunidad se dio hace un par de días, como contó Radio Nou. Con Rami ya en tierras italianas, con el OK de los médicos y asentándose en el que es desde el miércoles su nuevo club, el presidente del Valencia realizó una última llamada teléfonica al francés antes de firmar la documentación para oficializar la cesión. Si la operación había de concretarse, el central tenía que renunciar a 125.000 netos del dinero que tenía que cobrar del Valencia hasta el 31 de diciembre.
Un movimiento que supuso un jaque-mate al futbolista, del que ya habían salido imágenes vestido con la elástica milanista y que ya se había hecho a la idea de jugar en el conjunto lombardo lo que resta de temporada. Rami se encontró, de súbito y sin esperarlo, entre las espada y la pared. Y aceptó la última condición del presidente del Valencia. Y la rubricó por escrito, evitando cualquier injerencia de AFE al tratarse de un acuerdo entre las partes.
De este modo, la ‘rajada’ le ha costado a Rami, además de un cambio de club -que puede interpretarse en clave positiva para el jugador-, una cantidad económica superior a los veinte millones de las antiguas pesetas. Una multa encubierta más de diez veces superior a la máxima sanción económica que la normativa vigente contemplaba en el caso de Rami, y un aviso a navegantes de cómo se las gasta Amadeo Salvo con aquellos que no dudan en ignorar el código disciplinario del club.