Valverde y la despedida que dolió al valencianismo

Cuando Ernesto Valverde se sentó este viernes en la sala de prensa de Lezama para charlar sobre el partido ante el Valencia -conocida es su aversión hacia las entrevistas individualizadas y trata de evitarlas al máximo-, el ‘Txingurri’ tenía claro que uno de los temas estrella sería el de su salida de la entidad blanquinegra el pasado mes de junio.

«Fue una muy buena experiencia», dijo a los compañeros de la prensa en Bilbao. No son palabras vacías: el técnico cacereño guarda ciertamente un gran recuerdo de sus seis meses en Valencia. La ciudad le acogió rápidamente como uno más y se integró con celeridad en el ambiente de trabajo de la Ciudad Deportiva. A muchos kilómetros de distancia seguían su mujer y sus tres hijos, de los que ya pasó años alejado en su etapa como técnico de Olympiakos. Valverde siempre quiso entrenar cerca de casa para poder disfrutar de su familia. Y Valencia estaba mucho más cerca del Botxo que Atenas, sin duda.

Valverde dejó en Grecia un vestuario agradecido y una hinchada rendida a sus pies. No le hicieron falta declaraciones altisonantes ni explosivos titulares: sólo psicología, buen hacer, coherencia y tomar decisiones futbolísticas acertadas. Tras unos meses de asueto, la llamada de Braulio Vázquez en diciembre de 2012 le metió de lleno en la espiral de ajetreo diario que supone el Valencia. Y el ‘Txingurri’, apoyado en sus inseparables Jon Aspiazu y Jose Antonio Pozanco, trajo consigo un sosiego no visto desde hacía más de un lustro. Los resultados deportivos refrendaron su buen hacer en el vestuario blanquinegro.

23 MINUTOS DE FRIALDAD

Todo lo bueno que Valverde había hecho en el club durante medio año quedó en entredicho en la noche del 1 de junio de 2013. La rueda de prensa del preparador cacereño en el Ramón Sánchez Pizjuán fue histórica, una de las más dolorosas que los aficionados valencianistas recuerdan en su memoria. Y lo fue, de nuevo, sin necesidad de declaraciones altisonantes ni desaforadas. En 23 minutos de charla, Valverde expuso crudamente los hechos y las realidades. La frialdad del técnico, alabada en meses precedentes, se volvió en su contra esta vez. El seguidor blanquinegro -cualquier valenciano, en realidad- se caracteriza por su sangre caliente, por su pasión. Un discurso tan analítico como el de Valverde produjo la reacción incontrolada del hielo chocando con el fuego.

Aquella rueda de prensa no fue casual y llegaba tras dos meses de muchos movimientos entre bambalinas. Semanas atrás, Valverde y Amadeo Salvo ya habían mantenido una toma de contacto para tantear la posibilidad de su continuidad. Sin embargo, el técnico también era conocedor de que el futuro presidente y su gente de confianza también habían mantenido conversaciones con Miroslav Djukic, todavía con la temporada en marcha, para sucederle en el banquillo. Minutos antes de que arrancase el partido ante el Sevilla, el Diario Vasco avanzó su marcha al Athletic. El ‘caramelo’: estabilidad familiar, un contrato jugoso, confianza total y mando en plaza para la toma de decisiones en Lezama.

El presidente por aquel entonces, Vicente Andreu, filtró la noticia a la prensa de forma despreocupada. El preparador comunicó a los jugadores minutos antes del partido su marcha. Todos los presentes aquel día en Sevilla sostienen que dicha noticia no afectó en absoluto al equipo y a lo ocurrido sobre el césped, al arbitraje infame de Clos Gómez y al postrero batacazo que dejó al Valencia sin Champions en la actual temporada. La estampa en el aeropuerto, con Valverde hundido en una mesa, abatido y hablando con su mujer e hijos por teléfono, era el reflejo de que pese a su aparente calma exterior, la procesión en el ‘Txingurri’ iba por dentro.

Las palabras de Valverde sentaron como una puñalada a un sector importante de los aficionados . Otros, en cambio, comprendieron su decisión y los argumentos empleados para explicar su adiós. Valverde poseía una gran sintonía con Manuel Llorente. A escasas horas de su regreso a Mestalla, el técnico confirmó lo que el ex consejero Vicente Andreu y muchos otros han mantenido desde hace meses: que, de haber continuado el ex presidente en el cargo, Valverde hubiese renovado su contrato.

«En un momento determinado estuve hablando para renovar el contrato, pero el proyecto allí cambió, las cosas que iban a ser de una manera luego fueron de otra y tomé la decisión porque pensaba que era lo mejor. Ahora soy entrenador del Athletic y cuando vuelves a un campo del que ha sido tu equipo sientes muchas cosas, ahí dejé muchos amigos», insistió el ‘Txingurri’ desde Bilbao.

LA HUELLA DEL ‘TXINGURRI’

Dentro del club, las críticas hacia el entrenador por la excesiva frialdad de su despedida -tras la comparecencia en Sevilla, dijo adiós al valencianismo a través de un video en la televisión del club– se ven ensombrecidas por la infinidad de halagos que todos los trabajadores tienen hacia el cacereño.

El ejemplo más claro fue vivido en el partido de la primera vuelta en el Nuevo San Mamés, todavía con Djukic en el banquillo del Valencia. Miembros de la expedición confiesan no haber visto en mucho tiempo una cola de futbolistas tan larga esperando en la zona de vestuarios a la llegada del entrenador rival para estrecharle la mano y departir unos instantes con él antes del arranque del choque. Valverde fue el que obró el milagro de sacar a Parejo de su letargo, un proceso que ha tenido continuidad con Pizzi. También otorgó confianza a jugadores como Jonas -que tuvo una recta final de temporada espectacular a nivel goleador- o Mathieu, que se ha convertido en el ‘capo’ de la defensa tras su reconversión al puesto de defensa central.

Los números de Valverde en el Valencia son incontestables. Que su marcha fue dolorosa para todo el valencianismo, también. La afición será soberana y dictará sentencia en los instantes previos al choque de este domingo. Los pitos o los aplausos no serán definitorios, pero sí escenificarán la eterna brega en la capital del Turia entre la pasión y la razón, entre la emoción y la frialdad. Valverde, a su manera, fue consecuente hasta el último día.

Foto: EFE

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