Hace unos días nos enterábamos del apagón de Podemos al saber que no habían presentado ninguna iniciativa todavía en el Congreso de los Diputados. Podemos, y su líder Pablo Iglesias, se han revelado como los más activos representantes, seguidos muy de cerca por Ciudadanos y Albert Rivera, de eso que se viene a llamar la ‘nueva política’, aunque de nueva tenga muy poco. La política espectáculo a la que nos tenía acostumbrados Podemos, a saber: niños en el Congreso, besos en la boca, grandes mítines y discursos apasionados, ha dejado paso a la nada. No hay nada, de momento en cuanto a actividad institucional. Como se suele decir en valenciano, ‘de forment ni un gra’.
Además, un nuevo disgusto pesa sobre las espaldas de Iglesias. El último CIS conocido le da una nueva bajada en los índices de popularidad, mientras sus socios más conocidos, Alberto Garzón, de Izquierda Unida, y Joan Baldoví, de Compromís, le empiezan a superar en dicho ranking. Lo cierto es que a Pablo le crecen los enanos. La formación que llenaba plazas de pueblos y barrios se ha ido desinflando poco a poco pero sin pausa, en medio de conflictos internos y una estructura de partidos que recuerda a lo de siempre. Lejos quedó aquello del asamblearismo.
Por si fuera poco, una de sus ramificaciones autonómicas, la gallega ‘En Marea’, ha anunciado que se ha hecho mayor y que no concurrirá de la mano de Podemos en las próximas elecciones gallegas del 25 de septiembre. Será la primera vez tras unas Generales en que una confluencia, se mida con Podemos. Y el resultado puede marcar una tendencia muy negativa para Pablo Iglesias, que no para de perder apoyo electoral y mediático.
Si Podemos, y también Ciudadanos, se desinflarán como sucedió con UPyD es todavía hoy un misterio, pero por si a caso, no pongan la mano en el fuego.