Bravo, doña Gabriela

Después hablamos de desafección: Carlos Fabra vuelve a la calle

Carlos Fabra vuelve a la calle. Después hablamos de desafección ciudadana, de desapego respecto a la clase política y, para colmo, nos preguntamos por qué. Pero, lo cierto, es que la corrupción en la política de nuestro país ha llegado un límite insostenible. Los partidos, mientras tanto, venden regeneraciones que no se producen y que, si se producen, están más enfocadas a un lavado de cara, a la ciencia del maquillaje, a pasar por el taller para labores de chapa y pintura. Pero nada más.

Ayer, Carlos Fabra pisó la calle, un año y cuatro meses después de ingresar en la prisión de Aranjuez. Sí, señoras y señores, un año y cuatro meses. Y es que la juez consideró, con el criterio en contra de la Junta de Tratamiento, Fiscalía e Instituciones Penitenciarias, que dada su edad -70 años- el riesgo «medio bajo» de reincidencia, su evolución favorable, la corta duración de su condena y el hecho de que haya abonado la mayor parte de la responsabilidad civil, era pertinente que accediera al tercer grado.

Las personas de a pie se preguntarán: “¿Se están riendo en nuestra cara?”. Pues eso parece. Si no lo creen así, prueben ustedes a robar, a pesar de poder justificar que es para poder comer, para tener luz o para tener agua potable.

Les podemos asegurar que pagaran cara su acción, como ya le ocurrió a aquella joven madre de Requena que compró comida y pañales para sus hijas, por valor de 193 euros, con una tarjeta de crédito que encontró en la calle. Se dice que tuvo que mediar el Rey para que no se ejecutara su condena, a través de un indulto gubernamental, por la que estaba previsto que ingresara en prisión un año y diez meses. Fabra entró en la cárcel por no haber declarado 3.300.000 euros, cuyo origen no pudo justificar. Imagínense ustedes mismos lo que había detrás. Al año y medio vuelve a pasearse como un ciudadano más y a disfrutar, a través de terceros, de todo aquello que no pasó el filtro de la justicia.

Ir arriba