Bendito sea el trabajo

Para mí, ayer fue uno de los mejores días del año. Confieso que hasta tuve vahídos, oleadas de excesivo placer, a base de escuchar todo el día en los boletines de radio, una hora tras otra, que en la Ford, tras tres semanas de vacaciones, empezaban la temporada contratando a 1.340 trabajadores nuevos, un veinte por ciento más. Me acordé del lejano día en que publiqué que la factoría iba a crear entre 8.000 y 10.000 empleos.

Fue en otro tiempo. Fue hace ahora cuarenta años, en junio o julio de 1973. Después de meses de rumores crecientes, de emocionantes pesquisas, vino la confirmación. Y pasó de una forma sencilla pero que ahora emociona hasta la lágrima: un ingeniero extranjero, este creo que era alemán, confirma que sí, que la Ford Motor Company se va a instalar en Almussafes, donde se había estado diciendo desde el primer rumor, que la decisión ya está tomada en Ford Europa y en Detroit, y que, por no hacerlo largo, todo va “pa´lante”

Es ahí –juro que es muy emocionante— cuando el periodista se estira y pregunta por el número de empleos que se crearán en la futura factoría. Y es cuando se acaba escribiendo, con letra casi temblorosa, que “entre 8.000 y 10.000”, para imaginar enseguida todo lo que eso supone, en un pueblo pequeño de l’Horta Sud y con un área de influencia sobre más de la mitad de la provincia.

Cuarenta años después, en 2013, con todo lo que ha ocurrido en el mundo industrial, político y económico, que Ford España siga creando empleo, es casi un milagro. Es una gran suerte que obviamente los valencianos hemos sabido cultivar a base de mucho esfuerzo e inteligencia, de mucha colaboración y con una capacidad de comprensión y flexibilidad por parte de los sindicatos que debe ser destacada en momentos como este por más que a lo largo de estos cuarenta años se hayan producido muchos y muy justificados conflictos, en defensa de los intereses de los trabajadores.

Con todo, todavía da mucha más alegría escuchar a Emilio Orta, portavoz de los suministradores de piezas de Ford, que la lógica del trabajo ha hecho que los empleos hayan aumentado entre 2.800 y 3.000 personas en ese Parque Juan Carlos I que a rodea la factoría y le envía componentes a la carta. Una alegría que incluye –¿y por qué no?—una buena parte de orgullo legítimo a la hora de comprobar, defender y subrayar que esa reactivación económico ocurre aquí al lado, en la castigada Valencia, en la autonomía demasiado dada al pesimismo donde todo estaba tan mal hace unos meses.

Se va a montar ahora la “Ford Tránsit” y se pone en marcha un turno de noche. Bendito sea el trabajo, medicina segura contra la crisis. La repetición, una hora tras otra, de la noticia de los nuevos empleos también me dio pie ayer, a recordar la deliciosa anécdota que Inocencio Arias contó en su conferencia del pasado mes de junio invitado por ValenciaNews. “¿Qué hacen ustedes en España?”, contaba el diplomático que le preguntó un gran preboste norteamericano del mundo de los negocios. “Coches”, le respondió el hombre de la eterna pajarita, una y otra vez, para agrandar una incredulidad yanqui que al final era no solo antipática sino decididamente inculta. “Si, míster, coches. España hace muchos coches”. España es el segundo fabricante europeo de automóviles, de muchas y muy variadas marcas, y exporta 84 de cada 100 vehículos de los que fabrica.

De modo que eso es una riqueza en especialización, en ingeniería, laboral, tecnológica, de diseño, industrial, técnica, que nos sitúa en un lugar muy especial del mundo. Y que se ha logrado a base del esfuerzo de varias generaciones de trabajadores, en el caso de la Ford, desde el año 1973.

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