William Vansteenberghe

Annus Horribilis, 2015 exit

Grecia ha sido el primer país miembro amenazado de expulsión desde la creación de la Comunidad europea, eso no puede ser considerado como un éxito, ni el hecho de que el país esté ahora mismo, junto a Chipre, sometido a un corralito, con los resultados sociales que todos conocemos. Hungría padece un régimen incompatible con las esencias mismas de La Unión y a ello se le ha unido el gobierno nacional católico Polaco.

La gestión de la crisis y la falta de imaginación de los escasos líderes que se atreven a replicar a la Realpolitik de Merkel, han vuelto a resucitar soluciones rupturistas, las de las  Europas de varias velocidades. E l tratado de Schengen ha demostrado que los esponsales entre Nación y Bruselas, no funciona, y con ello, su suspensión en países tan importante como Francia, Dinamarca, Inglaterra, Italia por obligación y España a base de concertinas. La esencia misma del mensaje de Europa, ha saltado por los aires, ya no somos considerados en el mundo como un continente acogedor y solidario.

Otra marca de debilidad y de cobardía fruto del sálvese quien pueda, ha dejado en el tintero la colaboración deseable de Bruselas, con el fin de posicionarse como árbitro, en los problemas surgidos del nacionalismo regional que afecta al continente; fuera de la Unión, Serbia con Kosovo, dirimido a solas por los actores tras ecos de negacionismo y muertes inútiles; Ucrania y la tibieza, se llamaría la película, y dentro de las fronteras de la Unión, hemos pasado por tres episodios nacionalistas, Escocia, Cataluña y ahora Córcega, sin que Bruselas se posicionara  delante o al menos junto a la Nación implicada.

Para resolver la madre de todos los problemas, la crisis, la Unión ha sido lenta y remolona. Dos años ha tardado en liberar los fondos para la formación e inserción al empleo, aún sin interlocutor claro, si el Estado, mero distribuidor subjetivo  del dinero,  o las regiones con nuevos gobiernos inexpertos a la hora de trazar líneas vitales para la inserción y herederos de sistemas de empleo obsoletos e ineficaces, y que desde que han ganado las elecciones aún no se han atrevido a hincarles el diente, todo ello vaticinando un reparto caótico de los fondos, como siempre.

Finalmente, hemos retrocedido de forma firme en la visión del Otro, ese que debe demostrar que se merece a estar en suelo europeo, a pesar de sus diferencias. Observamos una subida imparable del racismo, de la islamofobia, del rechazo a todo ser disminuido en su capacidad de defensa de su realidad. Las respuestas malistas : son las fronteras, las expulsiones, las denegaciones de visados, de permiso de residencia, la negación del trabajo, los insultos, los desagravios diarios en las administraciones, Las buenistas, la denuncia permanente, el  boquear sin fondos, la incapacidad de proponer un plan cabal a una administración o demasiado vieja o demasiado joven. El resucitar errores del pasado como los mediadores interculturales, ya fracasados en cientos de regiones, el pensar que es el inmigrante el que debe resolver el problema a solas, cuando es la sociedad de acogida la que debe ser educada   a través de agentes reconocibles y aceptados. (La escuela por ejemplo, la administración a través de la formación en sensibilización a funcionarios)

En definitiva Europa parece a finales del 2015, un pavo sin cabeza escapado de una cocina navideña, y que se dirige ciego hacía el año 2016, con la sola esperanza de que alguien tome las riendas sueltas del caballo, y haga falso este aforismo de que todo pasado fue mejor.

William Vansteenberghe

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