Bienvenida inestabilidad

Define la Real Academia de la Lengua, con la parquedad que la caracteriza, la palabra “inestabilidad” como la falta de estabilidad, a la estabilidad como la cualidad de lo estable y esta, como la cualidad que afecta a algo que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer, que permanece en un lugar durante mucho tiempo o que mantiene o recupera el equilibrio. En estas cosas de la RAE como en otras muchas, sus definiciones son ideológicas. ¿Por qué algo es estable sin “peligro” de cambiar, caer o desaparecer? ¿Por qué peligro? Un niño que aprende a andar inevitablemente ha de asumir ese riesgo pero, como el resultado es positivo, lo llamamos proceso de aprendizaje. Por principio la vida en la tierra es un proceso inestable y a ese proceso le llamamos adaptación. ¿Es malo el cambio? Pues depende, pero en política la estabilidad que nos ha gobernado durante veinte años en esta Comunidad Autónoma, desde luego no ha sido positiva para la mayoría de la población por lo que un cambio es una necesidad de limpieza democrática y no es, desde ningún punto de vista, un peligro.

No tengo ninguna duda de que el gran argumento del Partido Popular a partir de hoy mismo será la futura inestabilidad política y económica de cualquier fórmula de gobierno que no les incluya a ellos, en solitario o en compañía de comparsas. Pero ese argumento choca con las evidencias y sobre todo con la curiosidad y con el hartazgo de la gente. Curiosidad de saber que hay detrás de veinte años de gobierno de derechas en la Generalitat y hartazgo de que la riqueza alcance a unos pocos que son, además, los de siempre. La gente corriente sospecha, con buen criterio, lo que ya sabemos lo funcionarios públicos, esto es, que los conductos de la administración valenciana se han convertido, por saturación y rebosamiento, en una cloaca que ríase usted de la Cloaca Maxima de Roma. Sólo aquellas personas que tengan cosas que perder (o crean que van a perder) en esa necesaria limpieza, votarán al Partido Popular y, por curioso que parezca, la gran batalla de las alternativas de gobierno es trasmitir a la población que quien no tenga nada que ocultar no van a perder ni prestaciones, ni recursos, ni bienes a los que tenga legítimamente derecho.

La alternativa al argumento del peligro de la inevitable inestabilidad de la rancia derecha valenciana, es la Gobernabilidad, la explicación plausible de medidas, la sobriedad ascética en la gestión, las prioridades claras en consonancia con lo que realmente preocupa a la gente. Sin caer a tecnicismos innecesarios, sí que hay que explicar a la gente corriente, esa que tiene poco tiempo para atender declaraciones políticas, que la sanidad si es pública es mejor y más barata, igual que la educación, igual que los servicios sociales o las infraestructuras básicas. Que nadie les va a impedir que la gente compre y venda lo que quiera, ni nadie le va a quitar nada de lo que legítimamente sea suyo. Pero eso sí, aquellos que ganan mucho van a devolver a la sociedad parte de su riqueza en mayor proporción que aquellos que ganan menos, por la simple y sencilla razón de que sus beneficios se deben a que viven en una sociedad con otras personas de las que dependen sus negocios y, en definitiva, sus ganancias. Me pregunto cuánto ganaría el señor Botín si viviera sólo en una isla desierta, por mucho botín que tuviera, o cuánto ganaría el señor Roig si montase una cadena de supermercados en un país de un único habitante. Y, que yo sepa, el mejor mecanismo para que estas personas devuelvan parte de lo que han ganado, es un sistema fiscal justo y progresivo. Porque los impuestos son eso, un sistema de devolución a la sociedad de aquello que ganan por vivir con más gente, no una apropiación de la propiedad privada.

Hay que explicar también a la gente corriente que es mejor lo público porque garantiza su universalidad y sus derechos como ciudadano en tanto que es más barata y mejor, y porque la enseñanza pública, desde infantil hasta la universidad, garantiza igualdad de trato, formación y evaluación para todas las personas dándoles las mismas oportunidades sin valorar su origen o la riqueza heredada. Porque, tanto para la sanidad, como para la educación y para los servicios sociales, que sean públicos nos permite la participación y la atención como ciudadanos con derechos por nacimiento y no por ser clientes que pagan. Porque un sistema público de asistencia social, gestionado por empleados públicos, impide la mercantilización del sufrimiento de personas en situación de dependencia o enfermedad, y porque si hay que reclamar por un mal funcionamiento de todo ello, hay mecanismos al servicio de la ciudadanía que garantizan una respuesta rápida y extrajudicial que está a su servicio y pagada a través de los impuestos.

Pero, claro está, todos estos mandamientos se resumen en uno solo, disponer de una política fiscal y presupuestaria adecuada y suficiente. Y es aquí dónde las personas que pretenden ocupar la Presidencia de la Generalitat han de dar el Do de pecho, tanto en lo que afecta a la futura negociación con el estado, por una financiación justa y equilibrada, como para disponer de una gestión presupuestaria que atienda las necesidades de las personas y no de las pretensiones de los partidos. Pero para hacer esto no es necesario estabilidad política, si por tal entendemos lo que hasta ahora ha sido, es decir, el rodillo de una mayoría parlamentaria que aprobaba, sin más, los presupuestos, que tapaba desaguisados y corruptelas y que impedía cualquier forma de participación y conocimiento de la ciudadanía de lo que pasaba intramuros, en la caja negra de la administración.

Lo que hace falta para llevar a cabo estas medidas que, por necesarias son obvias y son obvias por necesarias, es que las personas que conformen el nuevo gobierno tengan claras estas sencillas medidas. Y me congratula poder decir que, sea cual sea la composición final de un gobierno de izquierdas, todos ellos y ella, saben cuál es la situación a la que nos enfrentamos y cuáles son las medidas obvias que hay que asumir.

Ha sido precisamente la estabilidad que ha dado el sistema de de partido único en el gobierno de la Generalitat, el origen de la corrupción porque no había necesidad de demostrar nada a nadie, porque no había freno previo de gente ajena al propio partido, porque la obediencia debida a los líderes populares impedía cualquier queja, so pena de no tener espacio, o trabajo, o expectativas, o todo a la vez. En fin, porque la estabilidad que hemos tenido ha sido la de un cuerpo en descomposición.

Los peligros de la inestabilidad a los que aludirán los elaboradores de discursos, de las notas de prensa y los argumentarios de la derecha, de aquí y de allá, es en realidad la expectativa de democracia real en la que habrá discusión, argumentos, control parlamentario efectivo, freno democrático a cualquier desmán y mucha inteligencia. Todos estos elementos son los que darán a un gobierno y una administración al servicio de la mayoría de la población, la estabilidad necesaria, porque un gobierno de muchos no es un gobierno inestable y porque la estabilidad la da la emergencia que tendremos que atender. Así que, bienvenida la inestabilidad si esta hace caer las cosas hacia la democracia, la limpieza y en favor de la gente.

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