¿Bote o perola?

 

Tengo que ser sincero y manifestar que nunca me han gustado los eufemismos. Soy partidario de llamar a las cosas por su nombre y no tratar de encubrir la realidad usando términos que no expresan con exactitud la realidad que pretenden representar. Ya acepto el valor que el lenguaje popular otorga a determinados vocablos, usados por lo común con un significado figurado, siempre que haya una cierta unanimidad de cuál es ese significado figurado.

Con esta predisposición me encuentro ante la diatriba de comprender, y en su caso aceptar, el valor de ese término, tan común en el lenguaje figurado que todos hemos usado en alguna ocasión o en muchas de ellas. Me refiero al vocablo “bote” que, en su definición académica, entre otras, destaca como más próxima a nuestro propósito hoy, la de: “recipiente pequeño, comúnmente cilíndrico, que sirve para guardar medicinas…”

Ese bote es, sin embargo, muy sufrido, porque la Real Academia Española, considera que chupar del bote, una practica que muchos ejercen con fruición, es “sacar indebidamente provecho material de un cargo…”. Cuántas veces no habremos dado un destino indubitado al “bote”, redondeando por exceso el precio de una prestación, y entregado como muestra de agradecimiento del buen servicio o de reconocimiento al buen hacer.

No es menos cierto que el aspecto cuantitativo del significado “bote”, está muy limitado a cifras insignificantes, claramente marginales que, incluso en determinados países se consideran ofensivas, según para quién, y que puede desembocar en que un incremento significativo de la contribución al “bote” sea interpretado como una compra ilícita de un futuro trato de favor o privilegio.

Situado en ese entorno, me encuentro ahora con un “bote” –aquel que servía para guardar medicinas– que tiene que guardar cantidades ingentes de euros, que desde luego, físicamente, no caben en cualquier “bote”. Se habla de 124.000 euros que, de ser cierto, obligará a sustituir el “bote” por una “perola”, para dar cabida a semejante saldo, por naturaleza, en monedas o billetes pequeños. Tanta importancia ha adquirido el dichoso “bote” que, al parecer, en el manual para la administración de recursos de la UGT, se establece una normativa de cómo proceder con el caudal relicto del popular recipiente que, en cuanto “bote” se siente incapaz de contener tan generoso contenido.

Mientras, junto al bote, ¡son tantos los españoles que no llegan a fin de mes…!

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