COMPLICADO RESULTADO ELECTORAL, NECESARIA REFLEXIÓN CONSTITUCIONAL

El turismo como motor económico de Valencia

La terrible noticia del atentado terrorista en la playa de un Hotel turístico de playa en Túnez y cómo esto puede afectar desastrosamente a la economía tunecina, ha llevado a plantearse si un atentado de esas características podría afectar tan gravemente al turismo de aquí, que es uno de los motores principales de nuestra economía valenciana.

La respuesta inequívoca debe ser negativa. Nuestro turismo –al menos en la ciudad de Valencia y en los principales centros turísticos de la Comunidad- se asienta sobre algo mucho más sólido que sobre el tan menospreciado “sol y playa”.

El mero atractivo turístico de la oferta de “sol y playa” –aunque ahora nos pueda parecer una oferta muy simple-, lo cierto es que contribuyó de manera notable al lanzamiento turístico de España, sobre todo de sus islas y de los litorales valenciano y andaluz. Y sigue teniendo un indudable acicate sobre el turismo procedente de países con menos benigna climatología.

Pero el turismo actual –y su consolidación- es mucho más que “sol y playa”. La prueba está en que superamos en mucho a otros destinos de climas paradisíacos y ello se debe a una conjunción de seguridad -jurídica y de orden público-, buena asistencia sanitaria, una amplia y moderna de red de carreteras y transportes públicos, unos servicios públicos de calidad y eficientes, una oferta cultural importante –aunque no tan atractiva en muchos aspectos como en otros destinos mediterráneos- y una especialización del sector hotelero y restaurador de primerísimo orden -hasta el punto que nuestras cadenas hoteleras están implantadas en gran parte de los destinos turísticos del mundo- y nuestra gastronomía y restauración gozan de un prestigio innegable. Varias de las mejores cocinas del mundo están en España.

Si nos centramos en el caso más próximo que me planteo, el de la ciudad de Valencia -desde donde escribo estas líneas y cuya realidad turística conozco profesionalmente en varios aspectos-, lo cierto es que el posicionamiento turístico es óptimo y su crecimiento sostenido no es ninguna nube de verano.

Si atendemos a las cifras –sin dejarnos abrumar por ellas- vemos que el sector ha generado en Valencia en los últimos diez años, más de trece mil millones de euros, que las pernoctaciones hoteleras se han multiplicado por cinco desde 1992 hasta 2014 (y multiplicado por doce en el caso de las pernoctaciones de visitantes extranjeros), el número de viajeros respecto del mismo periodo también se ha multiplicado por cinco y las plazas hoteleras han crecido un 239%.

Todo ello conlleva un incremento proporcional de la restauración y del comercio, así como de la presencia de la ciudad y su fama en los medios y circuitos internacionales.

Pero todo esto no es fruto del azar –o de que haya hecho más sol (aunque sí ha influido el tener más y mejor playa y servicios en ella)-, sino de un trabajo constante y tenaz de los empresarios del sector y de una representación muy selecta de ellos, encabezada por el –en gran parte- autor de este “milagro” turístico, José Salinas, con los que tuve ocasión de departir sobre estos temas en fechas recientes con motivo de una de las campañas que ponen a Valencia en un magnifico punto de salida: la iniciativa “Cuina Oberta”. Esta iniciativa, que lleva varios años haciéndose en la ciudad organizada por el equipo de trabajo de la Fundación Turismo Valencia liderado por Salinas, ha revelado y dado a conocer la excelencia de la restauración valenciana y la gran oferta de calidad.

Estas realidades y otras semejantes, que no voy a pormenorizar pero que están en la cabeza de todos (la oferta cultural y musical, el entorno natural del parque de la Albufera, el Saler o la Huerta; la europeidad de nuestras Universidades) unidas a la promoción de la ciudad en el ciberespacio (según fuentes de la Fundación Turismo Valencia, más de doscientos mil seguidores en las redes sociales), entiendo que hacen de Valencia un destino turístico más allá de la estacionalidad y del turismo de sol y playa –aunque no haya porqué despreciar éste- y hacen improbable que un percance como el ocurrido en la costa turística tunecina pudiera acabar con este motor de nuestra economía.

Realmente, más allá de todo tópico, el turismo es un motor importante de nuestra economía. Esta Comunidad –a la que podemos trasladar mucho de lo dicho sobre Valencia ciudad- ha sabido pasar del turismo como elemento accidental del crecimiento económico –más allá de la fuente de divisas extranjeras en la época del desarrollismo-, para convertirlo en una auténtico sector industrial especializado y exportador. Nuestras soluciones turísticas –como ocurre con las de las Islas Baleares, especialmente en el sector hotelero- han sido y son objeto de exportación terceros países.

En algunos segmentos especializados –paradigmáticamente el sector del turismo congresual- estamos a la cabeza del ranking, como lo pone de manifiesto que el Palacio de Congresos de Valencia fuera declarado en 2010 mejor palacio del congresos del mundo, y esto contribuye a consolidar –por la presencia de visitantes de calidad e influencia en sus lugares de origen- un turismo elitista, sin prescindir por ello del turismo de nivel medio, que se consolida con la oferta de infraestructuras –como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el IVAM, el Palau de la Música, la Marina Real, el Bioparc, etcétera- y con los grandes eventos, sobre los que no voy a entrar en polémica ahora (pues no todos son iguales, ni tienen la misma relación inversión-retorno económico) pero que no puedo dejar de considerar.

En resumen y como colofón de lo dicho y mensaje tranquilizador, parece que el nivel de excelencia turística alcanzado por la Comunidad –focalizado en cuanto a nuestros datos en la Ciudad de Valencia- hace impensable que un desgraciado infortunio como el ocurrido en Túnez pudiera menoscabar de forma grave este motor de la economía valenciana.

 

Mariano Ayuso Ruiz-Toledo

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