Elena Valenciano, ¡qué putada!

Menuda putada ha hecho el PSOE a los votantes desencantados con el PP que pretendían dar un pescozón al partido de sus desamores votando en las europeas a Vox o a Ciudadanos o a UPyD. ¿Pues no va y pone como cabeza de cartel a Elena Valenciano! «Joder, cualquiera le regala un triunfo a ésta», seguro se preguntan más de muchos.

Elena Valenciano, échale. La Valenciano, o sea. Con esa arrogancia chulángana que le pone cara de andar oliendo siempre como a vinagre. Con esos modales y miradas de perdonavidas cañí falta de fibra. Ya lo siento por Girauta y la Pagaza y compañía, ¡pero más por los votantes clamorosamente indignados con el PP! Menudo papelón el suyo ahora, desequilibrar la balanza a favor de la Guatemala de Rajoy o del Guatepeor de Rubalcaba.

Por cierto y por ponerme en mourinhista: Elena Valenciano… ¿por qué? ¿Por qué esos aires y ese, en fin, prestigio? ¿Por su currículum académico? Va a ser que no. ¿Por su desempeño político? Fuera de las escuelas de aparatchikismo, digamos que tampoco. ¿Porque encarna a la mujer liberada de la tutela del varonazo mandón? Alfredo Pérez Rubalcaba debe de estar partiéndose la caja. Una cosa sí que sí: es buena en el cara a cara, y no es raro verla comerse con patatas a alguien con ideas mucho mejores que las suyas pero mucha menos afición a la pendencia.

Elena Valenciano ha dicho que se va a Bruselas a «ganar la batalla ideológica a la derecha y cambiar Europa para cambiar España». Y se dice que se lleva a la pelea a Ramón Jáuregui (el Parlamento Europeo es un «cementerio de elefantes» dixit), a Pepiño Blanco y hasta a Carmen Romero, el Frente de Juventudes, o sea. La renovación era esto.

Uf, bueh, pobres peperos molestos con los suyos traicioneros. ¿Y ahora qué les digo yo? ¿»Abajo esa moral y no perdamos la desesperanza»? Eu non sei, pero algo me dice que no soy el mejor en la erradicación del desconsuelo.

Mario Noya

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