Hay que ayudar a Draghi

Me para una señora por la calle. Muy sonriente, me dice que me conoce mucho: que soy un ginecólogo muy bueno. Al ver mi cara de sorpresa, corrige: «¡ay no, usted es el economista que va a sacarnos de esta!» Y, de paso, pregunta: «¿cuándo?»

No le quiero contestar con una de las últimas declaraciones de Mario Draghi: «las cosas pueden ir a mejor, pueden quedarse como están o pueden empeorar».

(En confianza, muchas veces pienso que yo podía haber sido un buen presidente del BCE, porque este tipo de frases se me da muy bien.)

Sigo teniendo las mismas ideas de siempre, o la misma falta de ideas de siempre. Me replanteo cosas, ideas que yo creía inmutables. Y es que pienso que si algo está muy claro para mí y todo el mundo dice lo contrario, igual tiene razón todo el mundo.

Decido ayudar a Draghi… y ayudarme a mí, porque si, con algo que se le ocurra a él y algo que se me ocurra a mí, conseguimos que las cosas vayan un poco a mejor, habrá valido la pena el esfuerzo.

Veo paneles de economistas aconsejando a Draghi. Unos le dicen que baje los intereses. Otros, que los mantenga. Oigo decir a algún alemán que hay que subirlos.

Cuando yo, jovencico, le planteaba algo al Director de una empresa en la que trabajé, recibía siempre la misma contestación: dime qué objetivo quieres conseguir con eso que estás proponiendo. En otras palabras, piensa para qué vamos a hacer eso.

Aquella contestación me ha perseguido toda la vida. Cuando oigo que hay que hacer algo, pienso para qué. Ejemplo, veo que Rubalcaba dice que manda a Elena Valenciano a Europa y me pregunto: ¿para qué? Y me contesto: para quitársela de encima. Cuando veo que en Europa se va a encontrar con López Aguilar, Jáuregui y Blanco, y, por el PP, a Javier Arenas, me repito la pregunta y me repito la respuesta.

Cuando veo que la Audiencia Nacional dicta orden de busca y captura contra la antigua cúpula china por el genocidio del Tíbet, me hago la pregunta y no encuentro la respuesta. Acudo a un abogado amigo y me dice: «no tengo ni idea». Para ayudarle, le sugiero: a) por amor a la justicia universal; b) porque ya han acabado todo el trabajo que tenían pendiente aquí y quieren continuar ganándose el sueldo; c) por presumir delante de los matrimonios con los que saldrán a cenar el sábado y decirles: «perdón por llegar tarde, pero es que esto de la cúpula china nos trae a mal traer.»

Vuelvo a Draghi después de haber pasado por el Director de mi empresa, por Rubalcaba y la cúpula china.

Me pregunto: «¿para qué quiere Draghi bajar los intereses del dinero que presta a los bancos?» Y, lleno de sentido común, me contesto: «para que los bancos puedan prestar más y en mejores condiciones a las empresas, para que las empresas inviertan, para que la economía vaya arrancando y para que el paro vaya bajando».

Una vez contestado, me quedo contento de mí mismo, pero oigo una voz allí dentro, voz desconocida, que me dice que, con intereses altos o intereses bajos, algo pasará y los bancos no saldrán del carry trade, o, sea, de prestar dinero a los Estados, con menos riesgo y sin tener que estudiar operación por operación, que es muy pesado.

O sea, ¿cómo irán las cosas, Mario? Pues se quedarán tal como están. Y ahora, mantén los intereses al 0,25, reúne a dos o tres personas de las que te fíes y encárgales que, en el plazo de 15 días, te hagan una propuesta para reabrir la pipeline, nombre que los ilustrados damos a ese chorro que empieza en el BCE, sigue por los bancos y acaba en el despacho de un amigo mío que necesita unos euros, no muchos, para un plan de negocio sensato, en el que incluye contratar cuatro personas.

¿Por qué en 15 días, Mario? Por lo que tú y uno sabemos: porque si nos metemos por los conductos reglamentarios, empezaremos por el BCE, pasaremos al Mecanismo de Liquidación y Rescate que me parece que todavía no existe, seguiremos con el Fondo único europeo de Garantía de Depósitos que me parece que tampoco existe, y nos enzarzaremos en los Eurobonos, que, a pesar de la ilusión que me hacen, tampoco existen. Y eso consumirá días, meses, años… y más personas sin empleo.

Y no hagas declaraciones hasta que esos señores hayan hecho sus recomendaciones. Las estudias con ellos y, en otra semana, las impones. Ya sé que lo de imponer está mal visto, porque ahora se lleva el consenso. Pero, por favor, da una orden en tu vida, a ver qué pasa. Porque el círculo vicioso BCE-bancos-deuda pública-venta de deuda pública- devolución al BCE no tiene nada de círculo, pero es vicioso.

Muy vicioso.

Leopoldo Abadía

Ir arriba