escraches y democracia

La compleja investidura y el obstáculo de los personalismos

 

 La compleja situación creada en los últimos días por la obcecación de Pedro Sánchez en no hablar del nuevo gobierno con el Partido Popular, el desparpajo y las propuestas desmesuradas de Pablo Iglesias y el quiebro taurino de Mariano Rajoy a la situación imposible en la que le habían ubicado, tiene mal pronóstico.

Nos encontramos –en el momento presente (cualquiera sabe dentro de cinco días)- con una situación política insostenible que nos abocaría a unas nuevas elecciones. Afortunadamente, el plazo de dos meses no ha comenzado a correr (no empieza hasta que haya un sometimiento formal a la votación de investidura por un candidato propuesto por el Rey) y eso da –sobre todo a Rajoy- un buen balón de oxígeno.

El veterano corredor de fondo gallego no tiene la amenaza –como sí la tiene Pedro Sánchez-  de un congreso interno de su partido del que pudiera salir depuesto en su liderazgo. Pablo Iglesias se mantiene en un precario equilibrio por sus incertidumbres territoriales e internacionales (que le pueden dar un susto en cualquier momento, y lo sabe) por lo que debe intentar hacer su política personal lo antes posible.

En esta tesitura, las posiciones de los líderes de izquierda son las más inestables e imprevisibles. Sánchez tiene que intentar como sea ser investido presidente o vicepresidente  del Gobierno cuanto antes. En el mismo compás de urgencia está  Alberto Rivera, cuyos triunfos –menos de los esperados, pero que le pueden dar la llave de la gobernabilidad de España si no hay consenso total en la izquierda y el nacionalismo- son efímeros si no llegan a tocar poder en esta legislatura.

El único que no tiene prisa, pues no tiene contestación interna evidenciada  (tras aplacar a los barones territoriales, desarmar a  Esperanza Aguirre y sustituir la vieja guardia del partido por una nueva generación de líderes emergentes, pero sin terminar de crecer) y la amenaza del enjuiciamiento de la corrupción corre varios cuerpos por detrás de su caballo.

Pablo Iglesias, con Podemos, parece que no tiene tampoco prisa y evidencia –por lo exagerado de sus condiciones al pacto con el PSOE- que prefiere una guerra de desgaste con la que espera, parece, desgastar al venerable referente de la izquierda y sustituirle a medio plazo (como ya  ha descartado al comunismo institucional).

Obviamente, los barones y los históricos del PSOE no van a consentir un pacto contra natura con Podemos y los separatistas, que llevaría al partido a su extinción virtual. Es menos arriesgada la opción centrista –la gran coalición con PP  y Ciudadanos- para un gobierno de gestión que siga sacando a España de la crisis, que permita una reflexiva y necesaria reforma constitucional y en la que el PSOE sería el gran copiloto.

También sería ésta la opción más segura para el interés general, pues permitiría continuar con la recuperación económica  y atender al tiempo una necesaria –y esperada por los españoles- regeneración democrática, al tiempo que se acomete desde la centralidad (opción claramente mayoritaria de los ciudadanos) una imprescindibles reforma constitucional.

Con esta opción, el PSOE –aunque asumiendo el riesgo de perder el voto más izquierdista (por cuya conquista sería implacable Podemos)- seguiría siendo un referente en España y Europa de partido socialdemócrata con sentido del Estado y la más clara apuesta para la mayoría de los españoles de centro que en un futuro decidieran inclinarse por una línea más progresista que el PP. Es obvio que, tras el cuatrienio de gestión y con un nuevo proyecto de texto constitucional, el electorado va a decantarse por una u otra opción de centro.

Si embargo, esta opción –que vemos clara los analistas y, parece ser, que los barones e históricos del PSOE- no es la preferida por Pedro Sánchez, pues puede hacer peligrar su precario liderazgo y que no salga del próximo congreso como secretario general.

En definitiva, como tantas veces en política, el personalismo de un líder, puede hacer peligrar la estabilidad del sistema y la solución más adecuada.

Artículo de colaboración de Mariano Ayuso

 

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