William Vansteenberghe, Experto en Inmigración. Aquarius, el frio cortante de las olas

La Florida

Dice la Leyenda que la Florida fue el paraíso terrenal. Durante siglos sus habitantes primigenios  estuvieron aislados del mundo exterior, estos indios pacíficos que vivían ahí, se dedicaron a gozar de los manjares del mar, de las delicias de la tierra y de la seguridad  de la soledad.

Los españoles fuimos los  que encontramos para Occidente este paraíso, y dejó de serlo al minuto siguiente, a golpe de arcabuces y de misal; desacostumbrados al otro e, inocentes dada la facilidad de la vida, sin temor los indígenas sin alma, fueron masacrados hasta él último, víctimas del choque de culturas.

En Orlando se ha producido hace varios días otro choque de culturas, en este caso multivectorial ya que implica muchas de las posibilidades de no entenderse, que existen hoy en día en una sociedad compleja.

Pero antes de ahondar en el tema, sirva este artículo para rechazar el asesinato de cualquier ser humano por cualquier razón, la cual queda invalidada inmediatamente por la realización de un crimen.

Pero asimismo queremos entender que es lo que lleva a una sociedad entera a preferir de forma sistemática, el odio al respeto del otro. No buscamos culpables no somos  “La Justicia”,  solo buscamos entre los restos humeantes, los motivos que llevaron a la colisión, ya que alguien tiene que hacerlo para poder evitar que se repita.

El primer paso es preguntarse porque el Presidente Obama, no cesa de nombrar el problema de las armas y aún no se ha movido nada en el sentido de eliminar este derecho al asesinato, y parar esta ruleta rusa que supone vivir en una sociedad que tiene asociado el paradigma de la libertad individual al hecho de llevar un arma de fuego, lo que en sí confirma una gran duda con respecto a la eficacia del Estado para resolver los problemas entre sus ciudadanos. Recordemos que en la casilla responsables, responden presentes, los Republicanos, que se niegan a abolir este supuesto derecho.

Si los malos llevan pistola, los buenos deben llevarla para defenderse, si los malos no la llevan, ¿qué necesidad tienen los buenos de tener una?

La sociedad americana es por lo tanto una sociedad violenta desde la conquista de su territorio y aún no lo ha superado, y en la facilidad evidente de conseguir armas de guerra tenemos la prueba palpable.

Esta misma sociedad es además multicultural, término odioso para el que escribe, ya que ilustra uno de los peores modelos de integración existentes, basado en la construcción de una pirámide de valor en función de donde se provenga, y cuyo objetivo es colocar la sociedad norteamericana en las manos de una cultura dominante blanca protestante y anglosajona; el problema aparece en la lucha para ser el segundo como ya podemos observar ente las cultura afroamericana y la latinoamericana que pelean para recibir el visto bueno de la primera.

Pero a esta distribución racial se le suman otras, en la punta dominante: la heterosexualidad, y por debajo: todo lo demás que los ojos de Dios rechaza. En este caso son varios Dioses los implicados.

A pesar de que la lucha para la normalización de los LGTBS empieza a rebufo de las luchas sociales de finales de los sesenta del siglo pasado, salvo en la casi República de California, como desearían  algunos, en el resto de los Estados sobre todo los del Centro  Norte y Sureste, sin contar  Texas que es un mundo aparte, los derechos de los Homosexuales han evolucionado muy lentamente.  Además una Sociedad que cree que el que tiene un fusil de asalto en casa es más macho que él que tiene solo un colt, lo de la sensibilidad cultural hacia el “otro” brilla por su ausencia.

Si a ello añadimos una cierta interpretación de la Biblia que estimula la libre empresa, fascismo económico encubierto, donde todo hecho se justifica por la libertad de demostrar a Dios que uno trabaja mucho y alcanza cierto nivel de santidad con ello, olvidando versículos importantes, como él que recoge la dificultad para los ricos de entrar en el Paraíso, comparándolo con el paso de un camello por el agujero de una aguja.

Tenemos pues una Sociedad muy clasista que tiende a la identificación grupal, dándole un valor a la gente en función de su color, su dinero y su confesión. Debemos destacar una frase muy interesante de una trabajadora social de Minneapolis, acostumbrada a trabajar con somalís procedentes de la terrible guerra que en este país lleva enquistada años, la cual en el intento de resolver un asesinato de un chico blanco, colaboraba con la policía de la ciudad:

Les aclaraba a los policías que estaban desatados contra este grupo nacional: “En todo colectivo humano, viven y progresan personas que van a utilizar la violencia, lo que no significa que todo el colectivo lo haga, es más, aclaraba, los inocentes de este grupo, son las primeras víctimas de estos individuos, aunque hablen la misma lengua, profesen la misma religión, provengan del mismo país, aldea e incluso familia.”

Estas palabras aún resuenan en nuestros oídos cuando toca abordar el problema del asesino de Orlando. En un reparto de identidades, comenzaríamos por el hecho de que es persona, y con ello responsable de sus actos, luego sería americano, que es lo que recoge su cédula de identidad, tras ello sería de Orlando, hijo de, hermano de, finalmente musulmán.

Centrándonos en el hecho de ser persona, era parece ser, un ser violento, lleno de contradicciones por lo leído, maltratador y homófobo.

Los medios han querido resolver todo este entramado con su pertenencia a la religión musulmana y ser hijo de afganos. Sin duda tienen un peso ambos hechos, como lo sería en el caso de que un extremista protestante, atacase a clínicas donde se practique el aborto, hecho que ha sucedido y con el resultado de muertos. Pero nunca podemos esconder la responsabilidad de un asesino en la oscuridad grupal, aunque encontremos raíces para poder hacerlo. No es el grupo el que aprieta el gatillo, sino el radicalizado.

La homofobia,  no lo olvidemos, es practicada por una gran mayoría de personas,  en base a ciertas interpretaciones de los libros sagrados, de hecho en las tres religiones inspiradas en el libro se tipifica el amor entre personas del mismo sexo de “abominación”. Pero en el mismo libro, en la Nueva Alianza, encontramos “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, mensaje de increíble peso a la hora de definir la relación entre los seres humanos, los cuales antes de esta frase, se desentendían de los débiles, de los tullidos, de los inútiles, de los prescindibles. Hitler, en una mala comprensión del mensaje de Nietzsche intentó volver al supuesto súper hombre, sacudiéndose del yugo de la religión, de la misma forma que Stalin, y curiosamente ambos persiguieron a los ündermenschen con el mismo empeño, estos incluían claro esta y por desgracia, a los homosexuales.

Así que seamos religiosos o no, tenemos una tendencia clara a la persecución de otras  personas que nacen viven y aman como los demás, pero no son heterosexuales.

Nadie le quita un ápice de responsabilidad a Omar Mateen, norteamericano de 29 años, solo es bueno pensar que no es el único que piensa como él, y aunque no dispare un fusil de asalto, si educa a sus hijos en esta creencia de que los homosexuales son “abominables a los ojos de Dios”, y este mensaje en la cabeza de un niño de 6 años lo va a condicionar para el resto de su vida.

No olvidemos asimismo, que los EEUU es una Nación con un gran número de musulmanes, a rebufo de la lucha contra la segregación racial, muchos afroamericanos se convirtieron a esta religión y el movimiento the Nation of Islam es completamente norteamericano. No podemos pues generalizar siquiera el término islamista, como término de enemigo de los EEUU, o siquiera radical, existiendo un gran número de tendencias, hasta liberales, detrás de este término.

Por lo tanto en la lista de responsables de este atentado no podemos olvidarnos de la Industria del rifle y todo los Congresistas y Senadores que la apoyan, y la gente que compra pistolas y armas para “defenderse”, las iglesias en las cuales se habla de abominación cuanto se nombra la homosexualidad, olvidándose que esta y el onanismo, practicado por todo macho sano, eran pecado porque estas prácticas no engendraban hijos, que serían guerreros para mandarlos a matar en nombre de algún iluminado que se creía inspirado por Dios con el fin de conquistar violar y masacrar a propios y ajenos.

Por lo tanto junto a Omar, principal culpable de apretar el gatillo en Orlando, se esconde la   hipocresía de muchos.

Para evitar esto, millones de personas deben de situarse de forma definitiva: o bien en el bando de los que transforman la palabra “abominación” en verbo, o en el de los que quieren trascender hacia un espacio del respeto al “otro” acepten o no, entiendan o no, su opción vital.

Ahí son las Escuelas y sus Maestros y Maestros los salvadores de la situación, para que algo así no se repita frecuentemente, ya que recordemos las palabras de la asistente social de Minneapolis: “en un grupo humano siempre encontraremos a violentos”.

A las víctimas homosexuales podemos sumarles otras que vienen del futuro,  todos los afganos o parecidos racialmente, van a pagar muy caro la decisión de Omar, ellos serán los iraníes de hace cuatro décadas, o los coreanos de hace 5. Recordemos que los EEUU tuvo que pedir disculpas por boca de este mismo presidente Obama, por los excesos realizados durante la Segunda Guerra Mundial ,sobre los ciudadanos americanos de origen japonés, demostrando ya el Estado Norteamericano una alta desconfianza en su Sistema de Integración.

Sabemos que es duro pensar en que podemos tener un responsabilidad, aunque sea tangencial, pero es de vital importancia identificar los elementos que podrían evitar que personas como Omar repitiesen este triste acto de cobardía, y odiar a inocentes es quizás  animarlos a hacerse culpables.

Hoy La Florida sigue oliendo a flores, y a paraíso, pero  no olvidemos que más allá de los manglares comienza el Infierno por donde siempre llegan los hombres de los fusiles y arcabuces.

Artículo de colaboración de William Vansteenberghe

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