¿Urnas o playa?

La mentira es su instrumento

Como buen dictador que se precie, y Pablo Iglesias se aprecia como tal, la mentira la utiliza con un instrumento habitual, necesario y natural para conseguir su fin, que no es otro que conseguir el poder. Un poder indispensable para realizar su revolución. Pero, tengan claro que su revolución nada tiene que ver con lo que anuncia bolígrafo en mano. Ese boli sustituye a la vara de la opresión que no tardará ni un segundo en coger, si llega a liderar este país.

Con ejemplos de democracias como la de Venezuela, la de Grecia o la de Irán, no hace falta que les den más pistas. La revolución de Podemos es el empobrecimiento del pueblo para mayores glorias de los dirigentes que, nadando en la abundancia, someterán a quienes les auparon al poder con miseria, hambre y desdicha. Pablo Iglesias y su partido tiene una paciencia algo corta. Esperaban haber arrasado en las elecciones y gobernar ya a su antojo, pero la jugada les salió mal y no llevan bien lo de tener que esperar. Por eso urgen a un pacto donde ya se han repartido los sillones de manera descarada y casi diría que descuidada, si de estrategia hablamos.

Podemos quiere el poder de la información. Como buenos dictadores, saben que la manipulación del pueblo es esencial, si lo quieres controlar: “Nadie debe saber qué haces y lo que hagas debe parecer que lo haces por su bien. Solo así dominarás a las masas que te adorarán como su líder”. Sin duda, un egocentrismo desmesurado y enfermizo.

Podemos quiere ampliar los ministerios, las secretarias y las direcciones generales. Es necesario colocar a todos los camaradas de la causa. Imprescindible que todos tenga un gran sueldo, su cuota de poder y se sientan satisfechos con el trato que les da su líder, para que nadie ose revelarse. Agigantar a la Administración no es un problema porque para eso se inventaron los impuestos. “Solo” necesitan 96.000 millones de euros. Salimos a más de 2.400 millones de euros por español. ¿Se han parado a pensar semejante barbaridad?

Podemos es una gran mentira y, lo que es peor, un gran peligro para nuestra democracia. Gritan libertad cuando quieren imponer la opresión, gritan igualdad cuando lo que quieren es sumisión. Espero que los ciudadanos y las ciudadanas que los apoyan, empujados por la desesperación, la rabia y la frustración que a todos nos invade cuando vemos la corrupción y el despilfarro de nuestros gobiernos, no los sigan cegados y consigan ver que nuestros problemas no se solucionan con tiranía e intransigencia y sí con honestidad y honradez.

Artículo de colaboración de Toni Subiela

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