Limpiar todas las casas

En la maraña de titulares –vergonzosa maraña, por cierto- con la que cada día nos obsequian, ya empieza a resultar difícil decidir la noticia que debe ocupar más columnas. Ahora está Bárcenas relatando a diestras y siniestras -mientras pide una corbata para suplir sus carencias carcelarias- las presuntas vergüenzas del Partido Popular que tarde o temprano se irán probando unas y desechando otras. Da igual; el tiempo lo dirá. Y la oposición del PSOE dando plazos para que Rajoy comparezca y si no lo hace antes del 24, habrá una moción de censura que no apoyarán ni CIU ni PNV. Da igual. Tampoco la moción lleva a ninguna parte y, técnicamente, Rajoy se podría permitir el lujo incluso de ni siquiera acudir, que es, incomprensiblemente, lo parece que más le atrae. Pero vamos a ver lo que tenemos, vamos a poner sobre la mesa solo tres de los 800 casos, más o menos, de corrupción o presunta corrupción que andan hoy por los juzgados y los medios.

El primero, claro, es el que afecta al partido del Gobierno y que según parece confirmar el famoso “pendrive” de Bárcenas podría elevar a 8,3 los millones de dinero negro de Génova. Mucho dinero y muy negro. Pero, aunque se informe de ello a una columna, también se acaba de saber que el Juzgado de Instrucción 30 de Barcelona ha terminado la investigación del “Caso Palau” concluyendo que CDC cobró presuntamente 5,1 millones en comisiones de Ferrovial a a cambio de obra pública. Y la tercera: ¿a cuánto asciende el fraude de los EREs de Andalucía? Según informe de la fiscalización de la Cámara de Cuentas, a 1.217 millones de euros de lo que habrá que descontar la parte que realmente fue a parar al destino legal pero la Guardia Civil ha calculado que los comisionistas e intermediarios podrían haberse embolsado al menos 50 millones de euros.

Nadie disculpa a nadie y todo es de una gravedad extrema para un país al que no se le piden más que sacrificios. Pero además de pedir explicaciones por 8, 3 millones en dinero negro, convendría también explicar esos posibles 50 millones de los EREs y los 5,1 del caso Palau. Todo por ahora es presunto y todo hay que probarlo, pero que cada uno limpie su casa además de señalar lo sucia que está la del vecino –que lo está, por supuesto-. Y esto no es paño caliente para los problemas –gravísimos- del PP sino un jarro de agua fría para todos los ciudadanos atónitos de este país que huele como la Dinamarca de Hamlet.

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