Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

MARE NOSTRUM. Ciclogénesis política.

Septiembre sigue avanzando, y su devenir está siendo azotado no solo por los efectos meteorológicos en gran parte del suelo patrio, que también, sino que además la confluencia de una agenda política convulsa esta provocando nuevos cleavages en la opinión pública de esta vieja nación que es España. Mientras el mundo civilizado asiste al mayor desplazamiento humano desde la Gran Guerra, haciendo saltar las todas las alarmas ante un drama humano que ha puesto en jaque a nuestras instituciones trasnacionales, por aquí abundamos en la mezcla explosiva del cocktail global, con nuestro particular proceso secesionista en Cataluña y la descarada maquinaria de propaganda ideológica de la “nueva” Izquierda, que una vez aupada al poder, se ha quitado la mascara dejando entrever sus verdaderas intenciones.

Los nuevos retos de un mundo globalizado nos azotan desde oriente y desde el sur y la cuna de la civilización debe dar respuesta a aquellos que se embarcan en particulares odiseas en busca de una tierra de provisión para comenzar de nuevo. Tan simple y tan duro. Inmigrantes, desplazados, refugiados, la historia nos devuelve una y otra vez a la realidad, y los flujos humanos por motivos económicos o políticos siguen marcando una actualidad, en la que la demagogia de esta “nueva” izquierda alcanza los límites de la estulticia, en busca de convertirse en abanderados de una crisis que supera los límites de la ideología por su dimensión global. Un flaco favor de estos nuevos samaritanos ideológicos, que no dudan en aprovecharse del débil para sacar rédito político. Acólitos de una ideología que tiene mucho que callar a lo largo de su historia, para ir dando lecciones de humanitarismo global y local.

Retos que aquí nos demandan más unión que nunca, ante la disparatada ofensiva de aquellos que buscan romper ese consenso nacional, que nos ha permitido disfrutar del mayor periodo de paz y prosperidad de nuestra historia constitucional. La complejidad de la sociedad actual supera cualquier debate ideológico auspiciado por una nacional-socialismo trasnochado, pero más crecido que nunca. Más aún cuando aquellos que levantan las banderas del progresismo son rehenes del mayor fracaso de un modelo que quedó sepultado bajo los cascotes del Muro. Los mismos que ahora se rasgan las vestiduras, en un juego de doble moral sin ningún tipo de vergüenza, denunciando aquí lo que callan de forma vergonzosa de sus referentes ideológicos. Los poseedores del cetro del poder, por obra y gracia de esa Democracia que cuestionan, quieren acallar la voz de esa mayoría silenciosa que debe pronunciarse ya, sin más demora.

Un debate abierto en una sociedad que todavía sufre los efectos de la mayor de las crisis y el desgobierno de un ZPSOE que no solo huyó ante el problema, sino que alentó, en un ejercicio de irresponsabilidad sin precedentes, ese pancatalanismo exclusivo en su deriva secesionista. Una crisis agravada tras los resultados del 24-M y el ascenso de la “nueva” izquierda y su hegemonía intelectual sobre todo su espectro ideológico. Una hegemonía que subyace en todo los gobiernos donde ahora desarrollan su acción política. Una lucha cainita que ha desplazado sus promesas electorales por una lucha por el poder. Lucha que se traduce en una parálisis de la acción de gobierno y que hábilmente han sustituido por la propaganda y las cortinas de humo para dar esa sensación de normalidad que nada tiene que ver con la realidad.

Lucha ideológica y lucha de poder que aquí, en nuestra tierra, se muestra en toda su crudeza. Un President rehén de un Consell que controla un partido y cuya impronta la marca otro. Un ejercicio de fagocitación en plena efervescencia ante el incierto escenario electoral de las generales. Un duelo en la Izquierda que nos está saliendo muy caro a los valencianos, que empiezan a descubrir el verdadero juego de quienes nos gobiernan. Olvidada ya la tan manida emergencia social, parece que no existía tal, la estrategia está a la espera de un 27-S que puede ser decisivo para unos partidos dependientes intelectual y financieramente de sus correligionarios del norte. El pancatalanismo es inherente a la izquierda valenciana, viene de sus orígenes y por mucho que busquen disimularlo desde posturas institucionales, esa comunión política es su mayor aspiración. Siempre han preferido ser catalanes de segunda que valencianos de primera y eso tiene un precio.

Toda una ciclogénesis política que está poniendo a prueba nuestra arquitectura institucional y el Estado de Derecho. Una inestabilidad que pone en riesgo lo mucho que hemos avanzado, garantizando una recuperación económica que no puede verse lastrada por los experimentos ideológicos de modelos fallidos. En nuestras manos está.

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