Miradas

Uno.- Estos días y en una entrevista en un medio local, el profesor de la Universidad de Alicante y doctor arquitecto, José Ramón Navarro Vera, opinaba sobre el plan general urbano retirado por el Alcalde de Alicante, Miguel Valor, y volvía a sacar el consabido tema de Elche Alicante y la convergencia en el planeamiento.

La relación Elche Alicante, segunda y tercera ciudades de la Comunidad Valenciana en número de habitantes, siempre ha sido confusa y complicada. Los alicantinos de Alicante veranean en la Playa de San Juan y los alicantinos de Elche en Santa Pola. Tradicionalmente ambas poblaciones han vivido de espaldas. En la época de Juan Lerma como president de la Generalitat Valenciana, se intentó promocionar el denominado “Triángulo Alicante-Elche-Santa Pola”, impulsado por el “Club de Inversores de la Provincia de Alicante”, fue un fracaso y la primera medida que tomó Luis Fernando Cartagena Travesedo, Conseller de Obras Públicas en el primer gobierno de Eduardo Zaplana (1995), fue fulminar el triángulo. ¿Qué esperábamos de una iniciativa política a través de un Club de Inversores cuya sede social en la calle de Ángel Lozano de Alicante era alquilada?. Ramón Martín Mateo, rector entonces de la UA, afirmó con su gracejo: “El triángulo es ideal para poner una fábrica de galletas”. Diego Maciá, buen alcalde y pragmático, construyó con el apoyo de empresarios ilicitanos, el parque industrial de Torrellano, cerca de Elche, quizás uno de los mejores de España y con un hervidero de empresas radicadas allí. Intuyo, con toda humildad, que el catedrático Navarro Vera , está equivocado. Recordemos cuando se instaló en Torrellano el macrocentro comercial “Mamut”, todos los estudios sociológicos indicaban que era la zona adecuada para compartir las ventas con Elche y Alicante. Fue un absoluto fracaso y en dos años cerró. Hoy es IFA. “Item más”, si usted observa el planeamiento urbanístico de El Campello, cuyo autor fue el citado catedrático, verá que hubiera sido mejor asesorar a Kubrick en “El Resplandor” para construir el laberinto que haber planeado El Campello del futuro.

Dos.- Pérdida de Valor.

Miguel Valor Peidró tiene un cargo político desde que Manuel Azaña era alumno de los Agustinos de El Escorial, maravillosamente narrado en “El jardín de los Frailes”. Su carrera política comenzó en 1977 como concejal del Ayuntamiento de Alcoy por UCD y en 2015 es alcalde de Alicante. Miguel Valor sabía perfectamente que él no iba a ser el candidato por el partido popular a la alcaldía, pero engañó al personal encomendándose a la Virgen de los Lirios y a la Santa Faz. “yo haré lo que el partido me diga y seré alcalde si Dios quiere”. En condiciones normales, Miguel Valor debería ser feliz por terminar su vida profesional como alcalde de la segunda ciudad valenciana, pero los dioses volvían locos a los hombres mediante la vanidad. Y a Miguel le volvió loco su vanidad. Detrás de esa fisonomía de sabio distraído y bonachón, se esconde una ambición política desmedida, pero al igual que Claudio, ha sabido sortear galernas y borrascas y siempre ha salido con vida.

Al final Miguel, al que respeto y quiero, ha quedado como Cagancho en Almagro o como el “moro de la Traviata” que al levantar el telón estaba defecando en un rincón del proscenio. Los titulares, querido Miguel, los carga el diablo y nadie puede sustraerse a un titular aunque esté perfumado de buenas intenciones. Tú sabrás lo que has hecho.

Tres. Puig y sus depresiones.

Leía hace unos días que el entorno más cercano a Ximo Puig, le animaba a salir más a la calle, a encontrarse con la gente, a ilusionar al respetable. “Debe estar deprimido”, afirmaban en Valencia. Yo si estuviese en la piel de Puig, también lo estaría. A escala nacional, el Partido Socialista es un barco a la deriva, acosado por la herencia de Zapatero y Rubalcaba. Cada día hay una novedad respecto a la corrupción andaluza y su secretaria general mantiene el mismo discurso vacío y demagógico. Ello está vaciando de votos las urnas del PSOE, y Puig lo sabe. A escala regional, la agrupación local de Alicante no existe y en el Ayuntamiento la mitad de los concejales socialistas no se hablan con la otra mitad y los asesores que expulsó Miguel Ull, el portavoz, han terminado en los tribunales a unos meses de las elecciones. Y por si todo esto fuera poco para las espaldas cansadas de Puig después de más de treinta años en cargo público, encima va y ficha a Juan Antonio Gisbert García , el genio tenebroso, como asesor director de la campaña electoral. No me negará, querido lector, que es para deprimirse y tomar la cicuta como Sócrates.

Corolario: El portavoz del grupo socialista en el ayuntamiento de Alicante tiene más de setenta años; el alcalde de Alicante tiene más de setenta años y en la Sindicatura de Agravios, entre el Sindic Cholbi, vice sindic Luna y jefe de comunicación Blas de Peñas Gómez, suman más de 210 años. ¿No es para deprimirse?.

Nos leemos la próxima semana.

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