¿Nuevo año, nuevos propósitos?

Por fin cambia el año, y nuestro corazón se llena de buenos propósitos para el año entrante, a la vez que reflexionamos sobre nuestra vida y aprovechamos para conectar de nuevo con nuestros valores y principios.

Porque aunque no debiera ser así, la realidad es que casi todos nos dejamos llevar por el día a día, por esa vorágine que engulle nuestras vidas y apenas nos deja tiempo para pensar. Para cuestionarnos hacia dónde vamos y analizar si estamos llevando nuestra vida hacia donde queremos. 

Y a menudo la conclusión de esas reflexiones es que nos hemos desviado del rumbo previsto y que nos encontramos todavía lejos de nuestros objetivos. Que las ideas y propósitos se han quedado en nada. Hay mucha gente que cae en la frustración, decide no darle más vueltas y dejarse llevar, eliminando esos pensamientos que les hacen sentirse culpables de su mente. Total, si los objetivos del año pasado no se cumplieron… ¿para qué seguir preocupándose por ellos?

El problema de esa línea de pensamiento es que, dentro de 10 años, un día te despertarás y te darás cuenta de que estás en un lugar completamente diferente del que te gustaría estar, que odias tu vida o peor aún, que aunque te intentas auto convencer que te gusta tu vida, en realidad no la soportas. La deriva es lenta, insidiosa e inexorable. 

Por eso creo que TU debes ser el artífice del plan estratégico de tu vida. Y para ello deberías establecer tus objetivos a largo plazo, analizar dónde te gustaría estar en 10 años… y luchar para conseguirlo. Y no hablo sólo de objetivos profesionales, sino de objetivos vitales. De TUS metas, de lo que te hacía ilusión cuando eras un niño… de esas cosas que en algún momento nos dijeron que no eran buena idea o que no eran rentables.

Y todo esto pasa por romper el ciclo de buenos propósitos y frustración de todos los años. Pasa por, aunque tengamos objetivos muy ambiciosos, partirlos en pequeños hitos y tareas que sí podamos realmente digerir… y llevarlos a cabo.  Somos capaces de mucho más de lo que creemos, pero nos asustan las grandes metas, que postergamos indefinidamente… así que ¿por qué no ser más humildes e ir cumpliendo un paso tras otro, pero con pasitos pequeños?

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