William Vansteenberghe, Experto en Inmigración. Aquarius, el frio cortante de las olas

Occidente: Una idea en Blanco y Negro

Un artículo reciente del especialista en Europa TIMOTHY GARTON ASH ha motivado este artículo que ya peleaba por salir hace tiempo dada la triste situación por el que pasa el continente europeo en estos momentos. El autor formula una pregunta necesaria e inevitable: ¿Qué ha pasado con Occidente?

Su artículo, llamado – “Necesitamos recuperar a Occidente”-, en referencia a una cierta idea de hacer las cosas en lo social y en lo político, demuestra que la esencia de lo que llegó a ser esta idea, ya se ha perdido en gran parte, o está en vías de desaparición. Su visión muy anglosajona, recoge cierta defensa de los valores de este utópico centro, que se quiere real e independiente de los extremos, pero que lleva toda la vida en manos de los liberales. Sin embargo acierta a la hora de definir la realidad de cómo hacer las cosas desde el Oeste y de los pasos que se dieron para llegar a este punto.

Se destacan como herramientas esenciales de esta forma, la Democracia, la idea de libertad participativa, la lucha contra cualquier dictadura, o sea la defensa de los Estados libres y soberanos, así como el libre mercado.

Por otro lado es evidente que obvia el hecho de que estas ideas están siendo atacadas por los mismos que fomentaron su nacimiento, y ello por errores graves de evolución, y evidentemente por el transcurrir de los hechos humanos, o sea la Historia que algunos en el extremo oriental se empeñaron en finiquitar.

La idea de Occidente, nace en la misma vorágine de la segunda Guerra Mundial, ya que la existencia de un bando a quien oponerse, la Alemania Nazi, promueve la aparición del otro, que defiende la democracia participativa, y con ello de alguna forma se adueña del concepto de libertad que hoy defendemos y en el cual vivimos, Ilustrándose en una participación política clara e independiente, la abolición de todo régimen dictatorial, y una generosidad hacía los débiles que entronca con las dos tradiciones europeas defendidas por este bloque, la Ilustración y la Cristiana, ambas abandonadas por el III Reich y su bloque afecto.

Tras la guerra, la colaboración se acentúa para la reconstrucción de Europa, incluyendo en esta hasta los vencidos con el fin de poner por delante la generosidad y la inteligencia, dos elementos que brillaron por su ausencia tras el armisticio de la Primera guerra mundial.

Hay que destacar que los EEUU habían devorado definitivamente su deseo de aislamiento crónico y por otro, que recogía la responsabilidad de repartir paz y una cierta forma de hacer las cosas que en esos momentos se valoraron como un regalo a la cultura mundial. Pronto la situación de preponderancia que provocó esta situación, y la aparición de un nuevo modelo, el comunista, con su máximo exponente en uno de los vencedores de la guerra, la Unión Soviética, devolverían a Europa y a los EEUU al deseo formal de contraponer una idea “a la Occidental”.

Esta rivalidad promovió que en todo momento que los dos bloques presentasen a sus aliados su cara más amable así como a todo socio mundial que quisiera entrar en el club de cualquiera de las dos opciones.

Hay que aceptar que el Oeste, fue más hábil a la hora de presentar una serie de avances sociales definitivos frente a los abusos de clase anteriores, con el fin de demostrar que en Occidente se defendía mejor la libertad de los menos favorecidos, y además se empujaba a la nueva clase burguesa ensanchada, hacia la Utopía conservadora del American Way of Life. Lo que no se tiene en cuenta es que estos avances no fueron uniformes en todos los países miembros, ni concedidos sin una fuerte lucha social.

Esta lucha enconada por bloques repercutió de forma clara en una redistribución económica que favoreció prácticamente a todos los estamentos sociales, complementándola con Ocio y con fondos de dinero suficientes para mantener una vida digna. Todo ello abrió la puerta a lo que parecía una era de crecimiento eterna y continuada, y sobre todo en el lento arrinconamiento de las posturas extremistas tanto a derecha como a izquierda.

De todas formas convendría recalcar que los Gobiernos occidentales no fueron unas madres de la caridad, fueron motores de búsqueda de estabilidad, fundamentalmente para realizar negocio, como siempre. Bien es cierto que esta esencia dotó a Occidente de algo por el que luchar y mejorar la situación de su población frente al bloque comunista, que a su vez era una garantía para que tal cosa no decayese.

Varios elementos vinieron a perturbar definitivamente este crecimiento exponencial de la idea de Occidente: El imperialismo cada vez más invasivo de los EEUU, deseoso de llevar “SU” democracia al resto del mundo así como una desastrosa descolonización que dejo fuera de este crecimiento democrático a las poblaciones de los territorios ocupados, viviendo el fenómeno del modelo occidental como una invasión intolerable de su suelo, costumbres y de su autonomía y riqueza.

En este punto es donde el escritor inglés desaparece al no criticar el antropocentrismo de la idea occidental y su carácter exclusivo y por lo tanto excluyente. No reconoce que solo se dirige a unas personas supuestamente más preparadas, con el derecho de intervenir en los asuntos del mundo, con la misma orden divina que otros conquistadores de antaño, desde la supuesta justificación de una historia más rica en acontecimientos y soluciones.

La descolonización obliga a Occidente a hacerse cada vez más neo imperialista con el fin de mantener su posición de superioridad en términos de explotación de recursos y de evitar la invasión de las ideas comunistas.

El tablero se ensancha al Mundo entero, preparando la Globalización que pronto nacería-Es la época que la política aún está a la par con la economía ya que el mundo no está en paz, y aun se necesita de la diplomacia y de la guerra.

El próximo Oriente y el eterno problema Judeo-palestino constituirán una piedra angular al utilizarse por primera vez la economía como arma de guerra, sacudiendo a Europa dependiente del petróleo, con una crisis artificial de la cual nunca se recuperaría del todo, al menos en término de generación de empleo.

En un modelo paternalista como el Occidental el hecho de que grandes montos de la población debiesen percibir una renta para no trabajar, causó dos contradicciones graves, la imposibilidad real de mantener en este modelo contributivo directo de empleado a Gobierno esta ayuda sine die, sin endeudar gravemente al Estado, y la ruptura de una de las bases filosóficas del modelo Occidental, contaminado por el liberalismo puritano americano, cada ciudadano es libre y capaz de proveer por sí mismo a sus necesidades. Por ello se comenzó a percibir a los parados como culpables de su situación y reapareció la exclusión social en el modelo que cuidaba de todos.

Paradójicamente la eliminación de un adversario sería el tiro definitivo en las ideas de generosidad y de paz social cocinadas en el modelo Occidental.

La caída del Muro de Berlín seria el fin de la necesidad de presentar la cara amable del buen Gobierno. Al haberse monopolizado el modelo occidental, inició un nuevo camino al margen de la competitividad anterior.

Su monopolio se hizo abusivo en términos económicos, y la paz de la ausencia de enemigo permitió la imposición de un modelo de optimización de recursos, con el fin de reponerse del enorme gasto que había supuesto luchar contra el enemigo Oriental, y sobre todo el fin de las ventajas sociales que empezaron a ser discutidas a la luz del extremismo económico americano, con el deseo de devolver las cargas sociales al ámbito privado y que el Estado fuese un mero gestor de los asuntos internos e internacionales. Este hecho es otro de los elementos que justifican la gran debilidad del modelo en la actualidad, ya que se aleja del pueblo al que considera como mero recurso, añorando una cierta época en la cual el pueblo obedecía y callaba.

El modelo inicia así una mutación que nos lleva a los momentos actuales, esto agravado por la puesta en marcha de la Globalización de los mercados, que confiere al aspecto económico de la vida una superioridad absoluta, y ello a escala mundial, fragilizando aún más el modelo al depender de avatares cada vez más diversos.

El modelo pasa a encargarse de transformar a sus pueblos en clientes endeudados más que en ciudadanos, lo que les hace vulnerables a cualquier peligro que pueda padecer el sistema, como por ejemplo las huelgas o cualquier resistencia a este poder. Esta sensación de indefensión frente al poder económico y político, este último víctima de una pérdida de poder si n precedente en la historia moderna, es lo que justifica la aparición de los extremos aparentemente desaparecidos durante todo el periodo final del siglo XX y comienzo del siglo XXI.

Esta supremacía de la visión comercial sobre cualquier otra consideración de gestión poblacional, jurisdiccional, y evidentemente social, engendrada por la Globalización, va a permitir la liberalización del ámbito del trabajo, sueño neocapitalista, pero a su vez va a crear un sinfín de problemas de integración y de gestión de flujos migratorios a los gobiernos del modelo occidental europeo, que de pronto son integrados en el mapa de receptores masivos de migrantes, y de procedencia muy diversa.

Pronto aparecen nuevos conflictos con un nuevo bloque nacido de la descolonización del Próximo Oriente, y sobre todo la guerra de poder de ámbito local de los barones musulmanes, terminará por cerrar la aparición de un nuevo enemigo que solo se diferencia en la negación de la Democracia, ya que la afirmación religiosa supera con mucho a la Occidental.

A su vez en el mismo crisol creativo de esta esencia Occidental, ha aparecido una nueva opción, llamada por muchos populista, ya que con el deseo de impregnarla de un sesgo negativo, que lo tiene, pero no menos que el resultado de 30 años de la aplicación de una política neoliberal sin freno.

Putin, Trump y Marie Le Pen, serían los representantes visibles de esta opción al menos en su desarrollo a la derecha. Propugnan claramente un amurallamiento en torno a la idea nacional, y el abandono de la solidaridad y generosidad occidental.

Todos, menos Putin, que nada tiene que ver con el modelo Occidental como participante, parecen olvidar que las bonanzas derivadas del Método, nunca se internacionalizaron del todo y tampoco incluyeron a toda la población.

Este nuevo modelo propugna el “Nosotros primero” ahondando en la exclusión, el recular en términos de libertades con el fin de devolver un objetivo ético frente a la democracia parlamentaria, la cual según ellos nos hace débiles frente a la amenaza de poderes totalitarios exteriores. Promete asimismo, una redistribución de la riqueza entre los menos favorecidos atacando al neoliberalismo de la misma forma que la izquierda, con el fin de acercarse a la media burguesía que se está deslizando de nuevo hacía el proletariado resucitado.

Defienden un Estado fuerte donde el pueblo y el individuo estén al servicio de la Patria o Nación, lo que lo hace incompatible con la Unión de Estados con la que se ha dotado Europa.

En respuesta a ello la extrema izquierda se ha renovado entre los jóvenes y los mayores de 50 años, que descubren con pavor que el sistema no es capaz de cumplir su promesa implícita de dar cobertura social a todos y todas.

Esto ha puesto en marcha todo una serie de movimientos populares, ya que le pueblo también genera sus respuestas, y que parecen que también tienden por un lado a defender las libertades perdidas pero a veces desde una idea donde la libertad personal también sufre.

Resulta paradójicamente triste que el autor cite a OBAMA presidente de la nación que más ha llevado la esencia occidental a su deterioro actual, y que no ha sabido gestionar el capital ganado tras la guerra mundial, y la desaparición de la URSS, imponiendo condiciones tan duras como las impuestas a Alemania como perdedora de la Primera guerra mundial, facilitando así la llegada al poder de uno de los enemigos de esta idea Occidental.

No puedo estar más de acuerdo en la necesidad de defender lo bueno que nació a la sombra del modelo Occidental pero no mirando hacia atrás, sino hacia delante, luchando contra la injusticia instalada, recuperando un control sobre los abusos del libre Mercado, y redistribuyendo la riqueza de forma leal, y no solo mediante el sudor del trabajo, sino a través de mecanismos de control de abusos y enriquecimientos fraudulentos, y de una buen gestión de los recursos que voluntariamente debe dar e l ciudadano, aspecto que parece habérsele escapado al conjunto de los Estados que estimulan la Hacienda pública.

Europa ya se está deslizando peligrosamente hacía lo deseado por los escépticos, los moderados asustados acaban de recrear las murallas del Limes romano, con dos resultados nefastos: la muerte del mensaje solidario europeo y sobre todo la transformación de unos refugiados en enemigos, cuando se comporten como tales, no olvidemos quién los creó.

Por desgracia no olvidemos que los actores que mandan son los que son capaces de comprar, y el más perjudicado por esta Ley del Mercado en estos momentos es el Pueblo, ya que por la mala gestión de sus Gobernantes está endeudado, ya sabemos que en este sistema, el que debe dinero, carece de derechos, eso es lo que debemos cambiar.

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