¿Pero, realmente, qué es Internet?

La primera vez que entré en Internet, allá a finales de los noventa, me di cuenta de una cosa. Nada iba a ser igual. Aunque me equivoqué en el qué. Por entonces, pensábamos algunas cosas un poco absurdas: como que por vender pizzas por Internet todo el mundo iba a comprar tus pizzas. Como si no fuera importante que éstas fueran buenas, el servicio impecable y una largo etcétera.

Desde entonces llevo observando lo que supone Internet para nuestras vidas.

Este es un artículo muy importante para mí. Porque me he pasado muchas horas reflexionando sobre este tema. No es un análisis sobre aspectos superfluos. He procurado ir al corazón de lo que supone Internet para nuestra concepción de la vida.

Como con toda reflexión la he iniciado con una serie de preguntas a las que he intentado darles respuesta: ¿Cuál es la diferencia entre Internet y el mundo no digital? ¿Cuál es lenguaje de Internet? ¿Qué hay detrás de ese lenguaje?

Me parece que comprender su lenguaje nos permite adentrarnos en su identidad. Es algo así como enfrentarse a un periódico. ¿Cuál es el lenguaje específico de un medio? Las noticias. ¿Qué hay detrás de una noticia? Información. Pero información no es la realidad, es información. Esto, que parece una perogrullada, es sumamente importante. Porque si información no es realidad es otra cosa; otra cosa determinada por muchos factores: que sea algo fuera de lo común, lo no esperado, lo novedoso, lo llamativo y un largo etcétera…

Las personas adultas saben hoy que los medios no reflejan la realidad. Ni si quiera una parte de la misma. Porque su función es otra. Es reflejar la información. Esto es algo básico que se debe enseñar a los niños y jóvenes en los colegios e institutos. Es algo básico que debemos tener interiorizado. Como se decía cuando éramos estudiantes: que un perro muerda a una señora no es noticia; que la señora muerda al perro, sí. El periodismo está lleno de señoras dando mordiscos

¿E Internet? Bien, esto es a lo que he intentado dar respuesta. ¿El lenguaje de Internet es el lenguaje de las noticias? Mi respuesta es que no: que su lenguaje es otro; que su realidad es otra; y por tanto, nuestra comprensión debe ser otra. La manera en que lo enseñamos a nuestros hijos, la manera en que interpretamos lo que vemos en la pantalla, la manera cómo lo debemos analizar para no confundir con la realidad es una manera diferente.

Antes de entrar a decir entonces qué es Internet, tenemos ya una primera conclusión. Toda relación con los canales de comunicación (los medios: prensa, radio, revistas, televisión) o Internet es interpretativa. No puede haber una relación directa. No puede enfrentarse uno acríticamente con ellos. Es un error descomunal. Por eso, considero no ya básico, sino obligatorio que en los colegios e institutos se enseñe a interpretar correctamente las vías por las que una persona se informa, conoce y se adentra en otras realidades. Y ya no me refiero a saber manejarse, sino a saber utilizar las herramientas correctas para una interpretación desprejuiciada que le saque de la confusión que conlleva la mera relación directa con ellos. No es sólo enseñar a pensar. Es enseñar a pensar correctamente. No podemos seguir en esta especie de relación infantil con nuestro entorno. Interpretar debe ser interpretar correctamente. Y para interpretar correctamente necesitamos comprender las claves de aquello que interpretamos. El objeto que interpretamos nos determina el modo en que lo debemos hacer. Por eso debemos conocerlo bien.

Por tanto, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de Internet?

Internet es una amalgama en la que hay de todo: empresas que venden o conversan, personas que cuentan su vida, medios que informan, particulares que se ponen de acuerdo para compartir o vender servicios, herramientas para la gestión de la vida diaria, bancos, administraciones y un largo etcétera.

Parecen no tener nada en común, pero tienen un mismo lenguaje; un lenguaje propio, algo que los distingue de sí mismos fuera de la red.

Todo el lenguaje de Internet es aspiracional. Ésa es la clave para poder comprender e interpretar lo que vemos o leemos.

Si como decíamos cuando hablábamos de los medios, que su lenguaje era el de las noticias, en Internet es el de las aspiraciones. Deberíamos poder decir que la aspiración es a la noticia lo que Internet es a los medios.

¿En qué me baso para realizar esta afirmación? En que todo lo que aparece reflejado en Internet es algo así como el horizonte –la aspiración- de una realidad que le gustaría llegar a ser; que nos gustaría alcanzar. Y así, una foto en Instagram supera la belleza del propio objeto retratado, de manera que uno se queda fascinado por la fuerza del color o la nostalgia del filtro o cualquier otra cosa, cuando en realidad se trata de un paisaje o un lugar bastante común bajo el sol dictatorial de agosto. Y uno observa a alguien en su Facebook y recopila lo que allí expone y puede deducir una vida repleta o riquísima, como yo mismo en esta foto, que da a entender una vida intelectual y placentera, alejada por completo las miserias de mis problemas a final de mes, las dificultades de educar a tres hijos, o la desesperación de no tener el reconocimiento que uno cree merecer tener, por decir algunos ejemplos.

Todo lo que sale en Internet es deseo: el bebé que ríe en un vídeo de youtube; la marca que quiere asociarse con el respeto al medio ambiente, la noticia que recopila el acto celebrado el día anterior. Todo parece mucho más interesente de lo que en verdad es.

Internet se ha convertido en una especie de foto fija de todo aquello que nos gustaría ser y en ocasiones –esa es la clave, sólo en ocasiones- llegamos a ser. Es como una gran novela. Como una película magníficamente rodada e interpretada. Uno piensa: yo quiero vivir esa vida.

Todo en Internet es aspiración. Hasta la tristeza o la desolación que se convierten en una aspiración inversa, porque todo en Internet es narrativo. Un texto, una imagen, un vídeo. Narra una parte de la historia. Y como narra, construye. Y el receptor interpreta.

Al ver algo en Internet no deberíamos pensar que es la realidad, sino una aspiración. Una aspiración alcanzada en una fracción de la historia vital de cada uno. La suma de lo que aparece es la suma de nuestras aspiraciones convertidas en acontecimientos de nuestra vida. Pero la vida, el vivir es mucho más. Ni siempre somos tan brillantes como lo que reflejan nuestros tuits más agudos ni siempre lo pasamos tan bien como muestran nuestras fotografías. ¿Y qué decir de las marcas? De tan empalagosas en ocasiones dan ganas de vomitar. Se parecen a una gran ciudad artificial, una especie de Walt Disney virtual en el que lo que reflejan, de tan estudiado, suena a cartón piedra. Y con un lenguaje tan ñoño que en ocasiones dan ganas de penetrar por la pantalla y dar un par de guantazos bien dados a quien ande detrás.

Internet no es ni mucho la realidad del mundo. Porque el vivir se da en el discurrir en el tiempo. Internet es como una sucesión constante de micromilésimas de segundo en la historia de esa globalidad. Micromilésimas que se suceden, pero a las que les falta el ritmo de su propio devenir: su propio fluir. Nunca vivir será la sucesión de instantes que Internet nos pone ante nuestros ojos.

Observar el mundo desde la pantalla es observar el mundo que no es, pero podría ser. Eso es Internet. Una sucesión constante de aspiraciones.

Guillermo Gómez Ferrer

http://espensamiento.com

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