Podemos modificar el Tripartit Clàssic

Más allá de los nombres de las dos valencianas que, desde este fin de semana, forman parte de la dirección del partido político Podemos, lo verdaderamente importante aquí del salto de Pablo Iglesias de la tarima profesoral al estrado político es saber para qué va a servir su formación cuando entre en Les Corts.

De momento, y como ya adelantó hace un mes este diario, su llegada al Palau de Benicarló va a imposibilitar cualquier gobierno de la Generalitat que no esté sustentado o bien por PP y PSOE, o bien por el Tripartit Clàssic y Podemos. O sea, que no esté sustentado por PP y PSOE. Porque PSOE, Compromís, EU y Podemos juntos no es viable, salvo desnaturalización del mensaje de los de Iglesias, lo que supondría su pérdida de credibilidad de cara a las Generales de sólo unos meses después, su verdadero gran objetivo. Los de Podemos ­recuerden­ continuamente repican que los socialistas son “casta” a combatir y la vieja IU de Cayo Lara (que les afeó que sin programa no se puede ir a un gobierno a convertirlo en una “jaula de grillos” porque la gente lo que quiere es “estabilidad”), también. Por eso se van Lara en Madrid y Sanz en Valencia, para dejar paso a los únicos que pueden salvar a IU/EU del estrangulamiento en las urnas al que ya les somete Podemos en las encuestas, o sea, Alberto Garzón e Ignacio Blanco. Dos apellidos, por cierto, de arraigo en el socialismo español. Como el de Iglesias.

Garzón y Blanco, saludado ya el primero por el líder de Podemos (que además de amigos tiene a su pareja en IU), son los puentes junto con Tania Sánchez con la pujante formación. Que, lógicamente, querrá engullir antes que ser engullida, por lo que el acuerdo que no se recata en ofrecer/pedir Blanco en la Comunidad (a la vez que llama en El País ­sin que nadie le conteste­“gobierno de ladrones” al del PP de Fabra) se antoja complicado. Y más, si por medio se cruza Mònica Oltra.

La líder de Compromís estuvo el sábado ­ojo, invitada y también saludada­ en el acto de entronización de Pablo Iglesias en la secretaría general de Podemos, que entra así en la rueda de jerarquización de los partidos tradicionales contra lo que se supone se rebelaron las bases fundadoras de un movimiento inicialmente asambleario.
Oltra sabe que Podemos aquí no tiene líder y que, aun sin él, tapona las posibilidades de crecimiento de su actual partido, o sea, Compromís. Blanco sabe que EU aquí, con Podemos apretando, no tiene suelo. El socialista Puig sabe que Oltra se comerá por los pies a quien se alíe con ella, como le ha pasado a Morera. E Iglesias sabe que Puig, por no ser, ni siquiera es joven, y por ser, lleva 30 años viviendo de la política.

Así que a lo mejor el Tripartit acaba no siendo el que se presumía, y el PP, en junio, sigue gobernando. Aunque en minoría y sin coalición, para que a Puig no le maten los suyos y tenga su auténtica oportunidad un año antes de acabar la próxima legislatura autonómica, que es para cuando Susana Díaz ya habrá decidido lo que tenga que decidir.

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