No es oro todo lo que reluce

«Señores (…) estoy hasta los cojones de todos nosotros»

Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible. Nada desacertado estuvo el matemático y escritor británico Bertrand Russell cuando dijo esta frase.

Tras meses de juegos de trileros y de espectáculos circenses, por parte de sus señorías, los españoles tenemos una nueva cita con las urnas. Y el resultado amenaza con ser el de ‘Crónica de una muerte anunciada’, un Gobierno sin cambio. «Señores (…) estoy hasta los cojones de todos nosotros»

No hace falta ser grandes analistas para vaticinar una nueva y más holgada victoria del Partido Popular en escaños, tal y como señalan las encuestas publicadas en las últimas semanas. Todas, con mayor o menor credibilidad, coinciden en situar al PP en primera posición y ya ha empezado la cuenta atrás.

Mientras la izquierda juega a la aritmética, sin que le salgan los cálculos, la derecha se mantiene expectante y a la espera de que el hastío de los ciudadanos, ante el bloqueo de un pacto institucional, se traduzca en abstención o voto útil. Si algo ha sido una constante en todos los procesos electorales es que el abstencionismo siempre ha recalado más en los partidos de izquierda que en los de la derecha.

Partiendo de este dato, el próximo 26J los votantes del PSOE y los de Podemos -que busca la gran coalición electoral con IU y otras fuerzas regionalistas- serán, previsiblemente, los que se queden en casa.

Las prisas y alianzas de Pedro Sánchez con un partido disfrazado de abanderado por el cambio -como es Ciudadanos-, sumadas a su debilidad y su descrédito entre los barones del partido del puño y la rosa, no le auguran un buen final. Tampoco a Pablo Iglesias, que, pese a asegurar que siempre ha estado dispuesto a sentarse a negociar sin pensar en el quién y sí en el qué, ha sido incapaz de hacer posible lo imposible: formar un Gobierno con mayoría de izquierdas que acabara con el desgobierno y los desmanes del PP.

Lo que no han logrado en los despachos, pretenden lograrlo, ahora, con nuevos guiños y gestos. Y aunque las matemáticas son la ciencia más exacta, aplicadas a la política no lo son tanto y no salen las cuentas.

Pero aquí nadie está dispuesto a reconocer su fracaso y asumir responsabilidades. Tal vez, no les vendría mal hacer un ejercicio de memoria histórica y recordar aquel momento en el que el primer presidente de la Primera República Española, Estanislao Figueras y Moragas, en pleno Consejo de Ministros, dijo: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Figueras se pronunció así en un contexto de crisis institucional y acabó dimitiendo.

Sin embargo, somos los ciudadanos los que nos hemos adueñado del «estoy hasta los cojones». Eso sí, en segunda persona del plural y porque la voz siempre la tiene el pueblo, claro.

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