Y se apagó la luz

Aunque esta sea una frase que aparece en una canción de Alejandro Sanz,  nada más lejano de la realidad, porque al Gobierno no se le ha apagado la luz, al menos por el momento, con la subida regulada de la tarifa eléctrica del 2,3% para 2014.

Decía este viernes Mariano Rajoy tras el último Consejo de Ministros de 2013, que no se explica “cómo en España el precio medio de la luz ha subido un 6% en los ejercicios anuales de los últimos años, cuando somos un país que produce el doble de la energía que consume”. A lo que podríamos sumarle que esa producción llega incluso a triplicarse.

Pues Sr. Rajoy, si usted no se lo explica, que bien conoce el tema a lo largo de su trayectoria política, imagínese el resto de los mortales, es decir, los ciudadanos, cuyo único piloto rojo que se les enciende es el del hartazgo por aguantar una subida desmesurada del 60% en sus facturas eléctricas mensuales desde el año 2008.

Porque las compañías eléctricas querrán contar lo que quieran, argumentando que siempre pierden dinero con el actual sistema, pero la realidad es que España sufre una de las tarifas más altas de Europa, lo que se traduce en un más que comprensible hastío ciudadano por unos precios sin control, que escapan al sistema regulatorio de liberalización.

Y es que el Gobierno no tenía otra salida de cara a la ciudadanía, y sobre todo hacia las empresas, dada la coyuntura actual, para actuar como regulador sobre la problemática eléctrica.

No era de recibo, y no el de la energía precisamente, que Rajoy anunciara tras el Consejo de Ministros que 2014 traerá la recuperación económica a España, cuando por otra parte se hubiera aprobado un incremento tarifario que lastrara esa recuperación poniendo en la encrucijada a miles de empresas y familias.

Por ello, el Gobierno no tenía otra salida, actuando de regulador en la parte que le toca, es decir el peaje, compuesto básicamente por el precio de la distribución y otros servicios de la electricidad, y actuando incluso de manera ejecutiva tras la última subasta para frenar lo que se ha convertido en una especulación de mercado, lo miremos por donde lo miremos.

Esa es la clave de la problemática actual: la especulación de un mercado energético al que acuden las compañías eléctricas junto con otros agentes financieros para comprar la materia prima con meses de antelación, lo que supone al efecto la regulación, y un acuerdo pactado del mercado??.

Las liberalizaciones completas o parciales son la milonga del siglo, una burda estrategia para que grandes compañías de cualquier índole campen a sus anchas en un mercado libre, pero intervenido, regulado pero estratégico, y por ello sujeto a las normas impuestas por los agentes implicados.

En esta tesitura de la producción eléctrica entran en juego todos los agentes implicados en el sector. Es decir, hablamos también de la generación hidráulica, de las centrales de ciclo combinado que funcionan con gas natural, y atención, las renovables!!

Y por qué tiene un papel destacado este sector?? Pues entre otras cosas debido a que España tiene un déficit de costes por el exceso de generadoras de renovables, infrautilizadas en algunos casos, de un sector que creció como la espuma durante el Gobierno de Zapatero por las ayudas concedidas, y que años después registra pérdidas millonarias.

Es decir, tenemos más infraestructuras para la producción energética de la que necesitamos, a excepción del futuro que podrían tener o no las centrales nucleares, aunque ese es otro tema para el debate. Y esas instalaciones que crecieron tan rápido hay que pagarlas, funcionen o no, como cualquier otro servicio, y aquí viene uno de los grandes males del descontrol energético actual

En esta ocasión el Gobierno ha actuado de regulador, pero más por interés político, no se engañen. Una subida del 11% hubiera sido inasumible para la competitividad española en un momento clave para nuestra recuperación, además de generar más sospechas entre nuestros socios-controladores de la UE, que ya tienen entre ceja y ceja otro desmadre más del otrora pujante modelo de éxito económico español.

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