Batalla de Flores, una fiesta importada de Niza

En Valencia, la Feria de Julio, creada en 1871 por el alcalde Vicente Urgellés a instancias de un grupo de concejales capitaneados por Pedro Vidal, fue adquiriendo año tras año mayor adhesión del público. Los dos objetivos iniciales que llegaron a su invención –frenar la salida de vacaciones de la buena sociedad valenciana, y atraer a los forasteros– se estaban logrando con creces.

De modo y manera que cada año tenía un aliciente nuevo: en 1878 se instaló el pabellón municipal y fue fundado Lo Rat Penat, en la primera edición de Jocs Florals celebrada por la institución. Unos años después, en 1886, se creó el Certámen de Bandas. Por encima de las tensiones políticas –Revolución Cantonal de 1873, por ejemplo– o de los gravísimos problemas sociales –epidemia de cólera de 1885– la Feria de Julio mostraba una envidiable capacidad de supervicencia. Por eso en 1889 se le añadió la rRtrata Militar y cada año se le iban sumando concursos, sorteos, bailes, galas, carreras y festejos.

La Batalla de Flores se incorporó a la Feria de Julio en 1891. Y sin duda fue una adaptación de la que se celebraba en la ciudad de Niza, en la Costa Azul, durante su Carnaval. El barón de Cortes, un aristócrata que con gran frecuencia visitaba los más elegantes puntos de veraneo franceses, decidió importar un desfile de carros engalanados y carrozas donde las tripulantes y el público intercambiaran románticos proyectiles florales.

La idea de Niza la había sugerido Alphonse Karr, es un escritor y animador cultural de origen alemán que estaba enamorado de la Costa Azul, su buen clima y la belleza de sus huertos florales. Propuso la idea en 1873, como contraste: cuando Francia estaba, también, en medio de graves disturbios sociales y revolucionarios. Y en  los desfiles de Carnaval de1876 logró verla hecha realidad en el famoso Paseo de los Ingleses, cerca del mar, delante de los hoteles donde se refugiaba la burguesía francesa e inglesa, huyendo de problemas políticos.

Los organizadores del Carnaval de Niza hicieron realidad el proyecto de Karr gracias a los Mossa, dos artistas, padre e hijo, de gran creatividad e ingenio, que fueron capaces de cambiar y animar, durante un par de décadas, la proyección del gran festejo mediterráneo. Hasta la fecha las cabalgatas, llamadas “Corso” a la italiana, servían para alfombrar las calles de serpentinas y confetis; pero nunca habían dado el paso de usar flores como “munición” entre los espectadores y los tripulantes de los carros.

Quince años después de que se pusiera en pie la elegante fiesta en Niza estaba ya en Valencia, para quedarse. Allá, en la Costa Azul, las flores usadas eran las mimosas, los lises y las margaritas, propias del terreno y de los primeros rayos de sol del mes de febrero. En Valencia, y en el mes de julio, las flores fueron otras y se usó sobre todo el clavelón para la “batalla” y el guardalobo para el forrado y decoración de carrozas y coches. Pero la esencia de la fiesta fue siempre la misma: entre los palcos de los asistentes se distribuían no menos de cien mil ramitos para poder combatir con las elegantes tripulaciones de coches y carrozas.

En 1882, Niza sacó a la calle una carroza enorme en la que se representaba a S.M. el Carnaval.  La creatividad de los artistas falleros valencianos mejoró enseguida la de los hermanos Mossa. Hacer fallas y decorar carros triunfales, construir carrozas y decorar instalaciones provisionales fueron oficios de un mismo gremio en el que los valencianos se mostraron siempre maestros. En el siglo XX, de ese modo, carros y carrozas permitían una continuidad laboral, de ciclo anual, que solo con la confección de las fallas no se hubiera podido mantener.

Con el tiempo la Batalla de Flores se fue adueñando de la popularidad. Un palco de calidad podía costar 40 pesetas en 1895 y una silla hasta 4 pesetas si estaba colocaba en los mejores lugares del Coso. Pero además de la alta burguesía también había espacio para que el pueblo disfrutara con el espectáculo. De esa popularidad, y belleza, viene que la Batalla de Flores fuera el espectáculo que Valencia reservaba para los mejores momentos. Cuando el rey Alfonso XIII inaugura la Exposición Regional, en 1909, se le prepara una Batalla de Flores aunque la fecha sea el 22 de mayo. Se trata de que Valencia exprese su forma más bella y desenfadada de ser a través de un prpducto, la flor, que desde los inicios se fue estableciendo como un símbolo de la ciudad y de los huertos que la rodeaban.

Ir arriba