El angustioso verano del gobernador López

La revista “El Guante Blanco” abusó del señor gobernador. Porque si bien el hombre era un poco grueso, el dibujante K-Hito lo dibujó extremadamente gordo, con sombrero hongo, con chaleco y con un floripondio en el ojal. Y desde luego con gesto muy preocupado: porque además de estar agobiado por una nube de mosquitos, lo que le rodeaba era una verdadera nube de huelguistas. ¿De qué sectores? Pues casi que de todos: porque en los primeros días de julio de 1913, había paros anunciados, entre otros oficios, de albañiles, de ebanistas, de sombrereros… Pero sobre todo estaba a punto de ponerse en huelga un gremio fundamental para que todo funcionara correctamente durante el verano: el de los empleados de los tranvías.

Sin tranvías, en la práctica, no había playa. Se podía tomar el tren y el “trenet”, se podía alquilar un coche de punto o una tartana… Pero nada como un buen tranvía para ir a comer a un merendero de la playa o a darse un chapuzón a Las Arenas.

Desde los primeros días del mes los tranviarios estuvieron hablando amenazadoramente de una huelga, que se haría inevitable si la compañía no cedía a sus pretensiones. Para no ir con rodeos, pedían lo clásico, lo que en Valencia ha sido la reclamación más sencilla y contundente: “mes jornal i menos hores”. Pero la compañía de los tranvías consideraba que acceder a esas demandas obreras a ser su ruina, sin ningún género de dudas.
 

En julio de 1913, además del juego, que estaba prohibido, le acosaban las huelgas, entre ellas la de los tranviarios

Le tocó intervenir, como siempre, al señor gobernador. Que además de los conflictos laborales, cada día más tensos, tenía sobre la mesa, como solía pasar muchas veces, un montón de denuncias contra las sociedades recreativas y ateneos donde se jugaba a las cartas con grandes apuestas, un problema endémico en Valencia. Un problemón, diríamos, porque los partidos y la prensa, por añadidura, solían denunciar que había juego en entidades que no gozaran de sus simpatías o tuvieran vínculos con el adversario.

Sin embargo, López García tuvo buena mano: habló con los sindicalistas de la compañía de tranvías, habló con el gerente, y a base de mucha mano izquierda consiguió que las posturas se acercaran y que Valencia no se quedara sin tranvías para la Feria de Julio, donde eran imprescindibles.

La huelga de tranvías no llegó a producirse y Valencia entera respiró satisfecha. El gobernador, buen amigo de los liberales de Romanones que estaban en el poder, respiró en una Valencia que, sin ser una plaza difícil, reclamaba de los gobernadores que entendieran muy bien la sensibilidad y las costumbres de la sociedad.

Cuando López García vio en “El Guante Blanco” su caricatura, sonrió relajado. Todo había pasado ya. La revista, maliciosa, titulaba el chiste con esta frase: “!Vaya calor! Y Vaya con el verano del señor Gobernador!”. Al pie del dibujo en que se veía al gobernador rodeado de huekguistas, la revista había escrito: “!Huelgan… los comentarios!”

Por cierto, que el dibujante, K-Hito, de verdadero nombre Ricardo García López (1890-1984) es el mismo que fundó la revista de humor “Gutiérrez”, antecedente de “La Codorniz”, y, en 1940, el semanario “Dígame”. Nacido en Villanueva del Arzobispo, en Jaén, se crió en Alicante y vivió muchos años en Valencia, donde en 1912 hizo su primera exposición de dibujos en el Círculo de Bellas Artes. Pasó la guerra en la ciudad, dedicado a la enseñanza de la caligrafía. Más tarde fue también crítico taurino y muy amigo del famoso matador Manolete.

Puche

Ir arriba