Los secretos de la seda al descubierto

El Colegio Mayor del Arte de la Seda puso en marcha, hace aproximadamente dos años, el Espai Seda. En este lugar, rehabilitado y gestionado por el Gremio de Sederos, podemos encontrar verdaderas joyas de artesanía donadas por los agremiados, y amigos del Colegio, con el fin de recaudar dinero para la rehabilitación del edificio y la puesta en valor del patrimonio de la institución.

En su tienda se pueden adquirir productos artesanales que van desde accesorios de decoración hasta maravillosas reproducciones en miniatura de la cerámica del colegio. Parte de sus artículos son creados por los propios colegiados que los donan al Colegio para contribuir de esta manera a recuperar el patrimonio valenciano de la seda. Además, como nos apuntan desde el Colegio del Arte Mayor de la Seda, los brocados y estampados de las telas que se utilizan en los artículos que ahí se venden son reproducciones de telas antiguas pertenecientes al Colegio. Desde su apertura se ha conseguido recaudar dinero para ampliar la tienda pero ese no es el único objetivo con el que se abrió este espacio, la idea es: mostrar a la gente la artesanía valenciana y el patrimonio del Colegio. 

El valor patrimonial del Colegio no recae únicamente en su Casa Gremial, construida en 1492, pese a ser lo más comentando actualmente por medios de comunicación debido a su avanzado estado de degradación. El verdadero tesoro de la institución son los maravillosos recuerdos que alberga el Colegio en sus entrañas: telares de lazo y manuales, ‘puestas en carta’ de damascos antiguos, perforadoras, devanadoras, ruecas y otros utensilios utilizados por los sederos y velluters. La historia de la seda.

Además de una maravillosa colección de aparejos relacionados con el oficio, el Colegio Mayor del Arte de la Seda tiene un gran valor patrimonial, con nombres y apellidos: sus colegiados. La verdadera joya de la corona. El valor de sus palabras, de sus recuerdos, de su saber hacer son el patrimonio vivo de la institución. Ellos son los encargados de que la tradición de la seda perdure, pase de generación en generación y siga viva. Son historia viva de la industria sedera; de su pasado, de su presente y su futuro.

En el Espai Seda nos damos cita con Vicente Genovés, Presidente del Colegio del Arte Mayor de la Seda, que nos presenta a D. Vicente Enguídanos. Tercera generación de sederos, ya jubilado. A sus 82 años se ha marcado un reto personal: hacer un espolín de 130 cm de ancho. Lo curioso de este desafío recae en que de normal los anchos de estas telas son de 54 cm y además de ello, el bordado suele ir en cuatro o cinco colores. Vicente va más allá, duplica el ancho y además utiliza treinta lazadas de color para lograr flores en diversas tonalidades.

“Este diseño lo realicé yo hace bastantes años. Por lo menos hace treinta años que no lo reproducía de nuevo. Pero ahora me he marcado un reto personal, lo voy a hacer el doble de ancho y voy a utilizar más colores que en su diseño original” – comenta D. Vicente Enguídanos – “Como ya estoy jubilado me entretengo viniendo al Colegio y utilizando la tejedora de doble ancho, así quien viene a visitar la tienda – museo me puede ver trabajando como se hacia tradicionalmente”.

Este es el verdadero motor del Colegio, sus agremiados como D. Vicente que, pese a la edad, viven por y para el oficio de la seda. “Yo soy la tercera generación de sederos de mi familia además de ‘velluter’, que juraría que soy el último que queda en toda Valencia” – explica el maestro artesano mientras vuelve a sus labores – “El otro día calculé que en cuatro horas hice un centímetro y medio”.

El Espai Seda abrió sus puertas hace aproximadamente dos años en un minúsculo espacio del Gremio, actualmente cuenta con tres salas: dos pertenecientes a la tienda y el obrador, presidido por el telar manual de doble ancho donde dejamos trabajando a Vicente Enguídanos. Vicente Genovés no revela que pronto podremos visitar una nueva sala expositiva, la sala de Juntas del Gremio, donde se mostrará más patrimonio material del Colegio como maravillosas ‘puestas en carta’, la Real Senyera donada por la familia Sanchis Romero Vidal o un busto de San Jerónimo, patrón de la institución.

Para concluir nuestra visita retornamos a la sala donde dejamos a  Vicente tejiendo su espolín, que levanta la cabeza para indicarnos que “es necesario que la gente conozca el oficio que hizo grande a la ciudad de Valencia. Hemos sido motor social e industrial, somos tradición y no queremos ser olvidados”.

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