Pintar la ciudad, querer a Valencia

Pintar como querer, decimos habitualmente. Pintar con facilidad o con libertad, pero también pintar sobre aquello que se estima hondamente. Para hacerlo nuestro, para apropiarnos de su esencia. Pintar Valencia, a través de los afectos que sentimos por ella…hasta el imposible de modificarla a nuestro gusto y manera.

En algunos casos, seguro que ese ha sido el primer motivo del trabajo de un artista. La ciudad que se quiere, el ambiente que nos rodea, es el mejor motivo para llevar al lienzo una propuesta de tarea. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se extiende una forma de arte que antes escaseó, la pintura al aire libre, salir a empaparse del entorno urbano fue una necesidad. Y se empieza a comprobar que la ciudad de Valencia aparece incluida en los temas de los pintores.

La Valencia pintada puede idealizarse. También tomar el aspecto estático de una bella fotografía. Pero también puede ocurrir que el artista utilice la ciudad como pretexto de sus emociones: para la tristeza o la soledad, para transmitir su propio abatimiento. El tenebrismo está en las opciones de su libertad y encontrará o no su público. Pero puede ser también que el pintor busque en la ciudad los elementos de un nuevo camino estético; y que quiera lleva a sus espectadores hacia un  estilo desenfadado y alegre que, sin necesidad de caer en lo frívolo, subraye desde lo positivo los mejores valores que atesoramos.

Más de noventa obras de arte, muchas procedentes de la magnífica colección que don Pere María Orts donó hace unos años al Museo de Bellas Artes de Valencia, integran la exposición que esta tarde se inaugura en las salas del que fuera convento de San Pío V. Es un repaso a la historia del arte que tiene como tema la ciudad; una decidida mirada interior, en los fondos del Museo, en busca de lo que más une a la institución con el alma de los valencianos: el mercado, la portada de iglesia, una escena de fiesta, el interior de un palacio perdido, el puerto y sus reflejos, el rio y sus puentes, el rincón de una plazuela con los efectos estéticos de la lluvia…

Es la ciudad construida pero también la ciudad como paisaje. Son los huertos y los jardines, el surco viejo del cauce del río, que recorre toda la ciudad histórica. Y son, también, unos ambientes estéticos sin los que la ciudad de Valencia jamás va a poder ser entendida: es el mar, con sus dos vertientes de puerto y playa; es el lago de la Albufera, como elemento que da excepcional valor singular al paisaje de la ciudad; y es finalmente la huerta, recurso de todos los tópicos pero pieza clave a la hora de comprender el paisaje y la forma de ser del pueblo valenciano.

La exposición reúne la Valencia más entrañable que se puede encontrar en nuestra primera pinacoteca. Y por esa misma razón nuestro diario, VLC News, ha querido sumarse a la celebración por una doble vía: de un lado, el patrocinio del cóctel que unirá a los miembros de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes, y de otro, la edición del catálogo digital que, dentro de unas pocas fechas, dejará constancia de la singular reunión de cuadros que vamos a poder contemplar durante todo el verano en las salas del Museo.

No es necesario subrayar la presencia de VLC News en el mundo de la cultura y en un ambiente que más sensible hace el afecto a la ciudad de Valencia. Pero tampoco conviene olvidarlo, en tanto que forma parte de un compromiso con los lectores. Que empieza por hablar a los valencianos de nuestras cosas, de tú a tu… Incluso, si fuera posible, para ayudar a cambiar la ciudad misma. Para pintar la ciudad desde el querer.

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