Pulso electoral a una ciudadanía desencantada

Dos años y medio después de la última cita con las urnas en nuestro país, en apenas cuatro meses volveremos a contar papeletas. Esta vez, en las elecciones al Parlamento Europeo, en el que España cuenta con 54 representantes. Será el del 25 de mayo un buen momento para tomar la temperatura electoral, ya que sólo un año después tendrán lugar los comicios autonómicos y municipales de una de las épocas más convulsas de los últimos años.

Las elecciones europeas despiertan por lo general mucho menos interés que las generales o las autonómicas. Que tampoco son, en nuestro país, ejemplo de participación ciudadana (con casi un 30% de abstención en las últimas generales). Si bien desde entonces la movilización social se ha disparado, la participación electoral es cada vez menor.

Vivimos un momento de desencanto hacia la clase política, a la que la ciudadanía ve como una casta y en la que ha dejado de creer. La sensación de que nuestros dirigentes viven en otro planeta y el incumplimiento de promesas electorales tienen mucho que ver, sin olvidar la corrupción.

En la Comunitat Valenciana el panorama político tiene sus peculiaridades, y cada partido encara las elecciones europeas de una manera diferente. El PP está llevando a cabo una campaña de perfil bajo. Es la tónica de las últimas citas electorales a nivel autonómico, donde no sólo mantiene, sino que incrementa su poder por ausencia de adversario. Sin embargo en la oposición hay una expectativa de cambio, y el hecho de gobernar el país, además de la mayoría de Comunidades Autónomas y ciudades españolas no le pone, paradójicamente, en una clara situación de ventaja.

Quizá por eso, pese a ser el partido del poder en España, le está costando definir a sus candidatos. El PP valenciano, antes músculo de la formación, tampoco se lanza a poner sus cartas encima de la mesa (sólo la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha hecho algún gesto de cercanía hacia José Manuel García Margallo, al nombrarlo mantenedor de la Fallera Mayor, ante las voces que lo sitúan en la cuota valenciana) al menos, hasta la convención del fin de semana que viene.

Por su parte, el PSPV se ha lanzado de lleno al experimento de las primarias abiertas para tratar de movilizar a sus militantes y simpatizantes. Los socialistas valencianos tienen expectativas de cambio y confían en una alta participación en la elección de su candidato a la Generalitat el próximo 9 marzo. Si lo logran, su principal reto será mantener el pulso hasta las autonómicas, pasando por las europeas. Si pinchan, el batacazo electoral puede ser impredecible (y doble).

Quienes no están tan centradas son las formaciones que componen Compromís pel País Valencià, que en los próximos meses pasarán un nuevo examen a la aventura de la coalición. Mañana votarán el reglamento electoral para las europeas, en el que la introducción de una cuota de pluralidad ha abierto una brecha entre el partido mayoritario, Bloc, y sus compañeros de viaje, Iniciativa y Verds. Si el acuerdo sale adelante, se celebrarán las primarias abiertas para elegir la lista al Parlamento Europeo, que también podría variar si la coalición finalmente decide reeditar el pacto con Equo que le llevó al Congreso. Demasiados frentes abiertos para un grupo al que devoran las ansias de gobernar.

Mientras tanto la dirección de EU intenta mantenerse al margen de batallas cerrando la puerta al debate interno. Aunque las encuestas auguran a la formación de izquierdas un ligero crecimiento, este partido tiene la suficiente historia para saber que la irrupción de nuevos partidos o personalidades destacadas con ideas similares les desgastan los costados. Por eso sus líderes prefieren no moverse y susurran aquello de «virgencita, que me quede como estoy».

Por último, el partido que parece estar más confiado es UPyD. Esta formación, que irrumpió con fuerza en las últimas citas electorales, tiene una gran proyección. En los comicios europeos consiguió un eurodiputado sin mucho esfuerzo y ve fácil reeditar el éxito. Mientras tanto, van palpando el terreno: flirtean con todos y no se casan con nadie.

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