No, ‘a por la tercera’ no es en esta ocasión el eslogan de los partidarios de la tercera república española. A por la tercera hace referencia a la tercera convocatoria de elecciones que planea en estos momentos sobre el cielo de nuestro país. La tercera cita en medio año es más que posible, pues, a pesar de que el sí de Ciudadanos al PP está bastante claro, no parece que haya cambios significativos entre los diputados del PSOE, claves para que una investidura de Mariano Rajoy y el Partido Popular sea posible.
Decía Rajoy hace unos días que unas terceras elecciones serían una manera estupenda de hacer el ridículo, y esta vez no le falta razón al hombre. Falta altura de miras, y debate político. A última hora, tras regalar su abstención, y en un intento de reparar su imagen, Rivera ha exigido seis medidas al PP. Medidas en abstracto, que habrá que ver en qué quedan. Aún así, menos da nada.
Los políticos ya no hablan de política. ¿Qué fue de los discursos encendidos de aquellos políticos de la transición? Han desaparecido. La corrupción lo empaña todo, y distorsiona el debate. No es posible de hablar de pactos entre fuerzas porque todos tienen demasiadas miserias que callar.
No obstante, sí hay algo en lo que todos están de acuerdo. En no tocar lo que más favorece la corrupción: la politización de la justicia, la enorme administración pública y la falta de medias de jueces y tribunales. Hasta que eso no llegue, no les pidan a los partidos que actúen como en otros países de Europa.
Seguiremos muy atentos, pero el acuerdo es difícil. PP y PSOE, con la inestimable ayuda de C’s, se ponen de acuerdo para no tocar nada de lo importante, pero no para formar Gobierno, hay que disimular.