El Vist-i-plau de Génova

El vist-i-plau de Génova ha sido completamente necesario para que la caída de Alfonso Rus tuviera lugar a la velocidad a la que se ha producido. El Comité de Derechos y Garantías del PP competente para tan alto cargo es el nacional. Y esta vez, a diferencia de las anteriores, Madrid -entendido como Rajoy+Moncloa+Génova- no se ha podido negar a Alberto Fabra.

La iniciativa de la suspensión de militancia ha sido del President, a quien ya puede tener claro todo el mundo que no se le puede sostener un pulso como el que Rus pretendió ganarle. Pero el tiro de gracia al de Xàtiva ha salido de Génova -adonde Rus, confiado en su buena relación con la cúpula, iba a quejarse del inquilino del Palau de la Generalitat- y su eco ha llegado a todos los confines de España: Soraya Sáenz de Santamaría, Esperenza Aguirre, Cristina Cifuentes, y hasta José Antonio Monago han salido en defensa pública de Alberto Fabra, presionando para que Rus deje sus cargos institucionales sin necesidad del escándalo de las mociones de censura, de lo que se huye casi tanto como de las filtraciones de grabaciones.

La clave de esa decisión genovesa está en que Fabra lleva semanas de gira por televisiones y conciliábulos en Madrid, en los que todo el mundo le dice constantemente -incluida la gente de su partido- que lo suyo tiene mucho mérito, con tanto desastre económico y judicial como se vive por aquí. A lo que Fabra siempre contesta que sí, que sí, pero que si se le hubiera proclamado candidato en Enero hubiera dispuesto de más tiempo para revertir la situación. Que, por contra, se le ha puesto más difícil precisamente por haberse dado a entender durante tanto tiempo -hasta Marzo- que su candidatura no estaba clara.

Génova es consciente del error, y quiere hacérselo perdonar: cualquier cosa que pida ahora Fabra le va a ser concedida. Incluida ésta.

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