Contra molinos de viento

Nada, ni siquiera el hecho de perder de vista las caras de siempre, hacía presagiar el ambiente eufórico que se respira en el planeta valencianista. La figura de un presidente que saca pecho ante los caprichos del mercado y el carácter de un entrenador que se planta ante las ‘chiquilladas’ de ciertos futbolistas ha sido, sin que hayan conseguido nada todavía y a pesar del mal juego del equipo, detonante de un ‘momento happy’ sin precedentes.

Se ha producido incluso algo que dentro del Club nadie esperaba. Una campaña de abonos que se avecinaba difícil a la vista de un inicicio de temporada con más ‘adioses’ que fichajes ha resultado ser un éxito de fe valencianista. La cuadratura del círculo: menos fichajes y más socios.

Y digo yo que aprovechando esa corriente favorable y la energía positiva que irradia el Club a pesar de las dificultades que todavía persisten podría cambiar también el posicionamiento institucional ante el disparate de Liga en la que nos ha tocado vivir. Quizá haya llegado el momento de empezar a luchar contra molinos de viento.

Habitamos una liga en la que mientras el Barcelona y el Madrid sonrojan a los demás con fichajes como Neymar y Bale, los aspirantes a hacerles sombra venden a sus máximos artilleros. Aquellos que deberían tratar de plantar cara a la ‘parejita’ han visto marcharse este verano a sus ‘nueves’: Soldado, Negredo, Falcao y Llorente.

Siempre hubo una diferencia abismal entre la caja fuerte de los grandes y el monedero de los demás y siempre la habrá. Ellos siempre tendrán más. Es una realidad dolorosa y frustrante pero no debe servir de excusa para bajar los brazos y sí de acicate para luchar contra ella.

Asumir determinadas diferencias no puede suponer la renuncia servil a la defensa de sus intereses. Perder el trasero para que Florentino te sonría, viajar tú a Barcelona para llevarle a Rosell en bandeja al jugador que quiere fichar o tirar de iphone en el placo del Bernabéu para hacerte fotos siendo Consejero del una entidad con el prestigio del Valencia es una forma como otra cualquiera de dirigir un Club pero con independencia de la vergüenza ajena que pueda provocar, lo bien cierto es que no ha dado muy buenos resultados. Ellos te sonríen, sí, pero no por admiración como pensaba el expresidente sino por la satisfacción de ver lo ‘primavera’ que eres y lo fácil que le resulta pegarte el sablazo.

¿Seguirá el Valencia arrastrándose bajo la mesa del rico para recoger las migas y , como decía Del Nido: «vendiéndose por una pringá», o decidirà por fin sumarse a la rebelión contra los poderosos?

Ambicionar una competición limpia e igualitaria quizá sea una utopía pero renunciar a limar diferencias es una falta de responsabilidad manifiesta.

 

Nacho Cotino (@NachoCotino)

Periodista

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