CSI Mestalla

Con un proceso de venta en marcha que deja a la serie «House of Cards» en un capítulo de Heidi, y una eliminatoria europea con obligación de remontada basada en el factor del que más carece este equipo, el gol, la verdad es que me da siempre por pegarle vueltas a la cabeza al por qué del ocaso absoluto futbolístico del Valencia.

Y lo hago porque empieza a darme tanto asco lo que percibo en el proceso de venta que prefiero intentar refugiarme en aquello que me proporcionó la felicidad desde bien pequeño: la pelota y el verde. Aunque no sea el mejor momento, y quizá por no dejar de preguntarme cómo se ha llegado hasta aquí, la realidad es que el Valencia ha perdido su ADN. De él, ya no queda nada.

Más allá de que la planificación de esta temporada fue catastrófica y un absoluto fracaso, este año es la culminación de un cúmulo de desacertadas maniobras.

Si uno repasa la historia, descubrirá sin mucho esfuerzo que las épocas en las que el Valencia fue un equipo grande, la base de aquel éxito fue la entrega, nunca la excelencia. Sin ir más lejos, la figura valenciana más carismática que jamás haya vestido la camiseta blanca, Don Antonio Puchades, es un jugador que estuvo dotado de la entrega, el pundonor y la lucha como principal característica que ayudó a forjar su figura.

El Valencia alcanzó el cénit en el 2004. Los que sabían de fútbol -o sea, Rafa Benítez– insistieron en que se debía remodelar profundamente esa plantilla cambiando entre 5 y 7 jugadores. Al ser impopular, en los despachos se rechazó dicha propuesta y se comenzaron a traer recambios a golpe de talonario sin la más mínima implicación.

Los que entraban no morían por la causa y los veteranos dominaban el vestuario. Los Fiore, Corradi, Di Vaio, Edú, Joaquín -y algunos fiascos estilo Tavano que no vale la pena ni mencionar-, tenían clase. Toda diría yo. Pero les faltaba el factor que hizo a sus predecesores -más faltos de calidad- ser el mejor Valencia de la historia: capacidad de dejárselo todo en cada segundo de cada entrenamiento, y por consiguiente en los de los partidos.

El tema fue a peor. Apretado por las condiciones económicas el Valencia entró en los últimos años en el intento de copiar el modelo del Barcelona. Eso sí, sin dinero. Ligero matiz. Intentar comprar jugadores de toque baratos es como intentar comprar figuritas de Lladró tiradas de precio. Las que encuentres van a tener alguna tara. Y colocar dos ‘figuritas con tara’ entre veinticinco jugadores, pues como aquel. Porque los otros arrastran, motivan y tiran del carro. Pero cuando la proporción es a la inversa, mal asunto.

En estos últimos años, con quedar tercero y tener los 20 kilos de la Champions para devolverle los intereses a Bankia, todo estaba bien. Y ahí comenzó el Valencia a perderse el respeto a si mismo.

Si le dabas el brazalete de capitán a un jugador que llegaba apestando a alcohol más de una mañana, no pasaba nada. Y si atropellaba a dos señoras, tenía que jugar porque «no hay otro y hay que quedar terceros». Si un jugador se creía Beckenbauer y se permitía el lujo de insultar a sus compañeros, escribir memeces en redes sociales e incluso amenazar periodistas y de provocar alguna pelea en el vestuario, no pasaba nada. Si salía un entrenador y cargaba contra la afición que le pagaba, además de ser el primer interesado en montar saraos sin sol y con luna, no pasaba nada. Si un futbolista exigía determinadas condiciones por creerse más importante que el club, no pasaba nada.

Al final todo pasaba por ir preocupándose del futbolista por encima de todo. Y al final esa ha sido la muerte de un grupo que jugándose la vida en Basilea -ya que defecaron sobre las posibilidades ligueras-, saltaron al campo como si la cosa no fuera con ellos avergonzando a toda su afición.

Al final, aquellos que saben lo que hay en juego son futbolistas que probablemente tengan menos ínfulas, pero estén más comprometidos. Y ese tipo de futbolista no es el que ha buscado el Valencia en los últimos años, excepto en algún caso.

Este Valencia está tan alejado de su ADN, que el mismo Gil Grissom rechazaría la oportunidad de comandar un CSI Mestalla.

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

Periodista NOU Radio

 

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