Djukic pierde el crédito que le quedaba pero seguirá unos días más

La estampa tras el partido fue dantesca. Tras el pitido final, el delegado del equipo supo lo que tenía que hacer. Voro González, para siempre recordado por aquella estampa con su camiseta ensangrentada tras un golpe en la nariz, es uno de esos trabajadores del Valencia que saben dónde están. Consciente de la dureza de la derrota, el ex jugador rápidamente saltó a coger del brazo a algunos de los futbolistas que se marchaban cabizbajos al túnel de vestuarios. Su obligación, pese al dolor, era dar media vuelta y acercarse al fondo donde estaban los pocos aficionados valencianistas que quedaban en el Calderón para agradecerles su apoyo. Más de uno y de dos jugadores ignoraron a Voro, e hicieron caso omiso de su petición.

Tras la derrota, la cúpula directiva tomó la decisión de no hablar para los micrófonos de los operadores de televisión que emitieron el partido. Sí lo había hecho Rufete en la previa, con rostro relajado. Dos horas después, su cara y la de Amadeo Salvo era un poema. Ambos bajaron a las entrañas del Calderón hasta la caseta visitante. Se especuló con el motivo debido a la delicada situación del míster, pero fue una falsa alarma: presidente y director deportivo trataron de infundir ánimos a una plantilla rota y desmoralizada.

La confianza en el proyecto de Miroslav Djukic es, constatada la realidad, totalmente inexistente. La victoria ante Osasuna hace dos semanas fue un espejismo: tras aquel 3-0, el paupérrimo balance es de dos empates ante un Segunda B y un equipo que no vive su mejor momento en la Liga Rusa, y la confirmación de que el Atlético de Madrid juega en una división diferente a los de Djukic, la misma en la que anidan Madrid y Barcelona. Y lo peor es que el serbio ya ha agotado todas sus variantes tácticas tanto a la hora de configurar alineaciones, convocatorias y sistemas como dentro del vestuario, en un reparto de roles que no tiene absolutamente nada que ver con el de principios de temporada. Y la tecla sigue sin aparecer.

El Valencia aguantará a Djukic de momento. El serbio se sentará en el banquillo ante el Nastic el próximo jueves. Una catástrofe en forma de eliminación supondría la estocada definitiva. En su defecto, unos días más hasta el Valencia-Madrid del próximo domingo. El último partido de 2013. El serbio no va a dimitir, como ya ha admitido en privado y en público. Y la situación económica del club, inmerso en un caos societario sin precedentes dado que nunca en su historia la venta del club había estado tan cercana, no permite el exceso de gastar una partida de 2,2 millones de euros en pagar el finiquito del ex jugador.

Este lunes tendrá lugar el sorteo de la eliminatoria de dieciseisavos de final de la UEFA Europa League. Amadeo Salvo, además, emprende un viaje que le llevará a tierras brasileñas. El presidente no hablará con Djukic cara a cara de nuevo, por lo menos, hasta mediados de semana. El crédito se ha agotado. Sólo queda saber cuándo y quién ejecutará la decisión.

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