El ‘Profe’ Richino convence a la plantilla

«Es un espectáculo». Lo confiesa uno de los técnicos que participan en los entrenamientos a diario de la primera plantilla. Y, desde fuera, es complicado no quedarse absorto con la metodología y ritmo que Alejandro Richino imprime a los entrenamientos del Valencia. «Ha cambiado la forma de entrenar, no se trata sólo de la intensidad», reconocen desde las entrañas de Paterna. Y los jugadores pueden dar fe de ello.

La figura elástica y anaranjada de Richino guía todos los pasos del equipo. Desde el primer ejercicio de calentamiento hasta el último estiramiento. Su acento uruguayo impregna, a viva voz, el ambiente de las sesiones de trabajo. Alienta, anima, ‘aprieta’ y corrige sobre la marcha. No permite ni un segundo de relajación: en cuanto el ‘Profe’ detecta el más mínimo bajón en la concentración, enseguida da palmas y un par de gritos. Todos firmes. No hay tiempo que perder: el propio preparador aprovecha cada resquicio en la sesión para desentumecer músculos.

«No sólo se trata de correr. Richino lo hace todo con sentido». Richino concibe cada entrenamiento como un reloj de precisión, como una máquina que hay que engrasar en todo momento. Nada más llegar de vacaciones, saludó a los jugadores uno por uno. A continuación, les dijo que se calzaran las zapatillas de deporte y los puso a correr durante tres cuartos de hora. El segundo día, la sesión de entrenamiento fue durísima, de más de hora y cuarto «a full», como le gusta decir. Tras el palo, la zanahoria: el trabajo del día de Año Nuevo fue suave, de recuperación activa para no sobrecargar los músculos. Mano de hierro y guante de seda.

La clave está en la imprevisibilidad. Hace meses los futbolistas achacaron al ex preparador físico, Dejan Illic, la previsibilidad de sus sesiones de trabajo. «Son aburridas», se excusaba algún jugador. Y si bien es cierto que los malos resultados no podían atribuirse al trabajo de la mano derecha de Miroslav Djukic, el descontento fue patente practicamente desde la pretemporada. Y eso no ayudó demasiado a que la nave se enderezase con el paso de las semanas.

Richino plantea cada entrenamiento como una sesión corta e intensa, en función de las necesidades consensuadas con Pizzi. Es partidario de nunca sobrepasar los sesenta minutos de trabajo físico, en una línea de metodología que le empareja con otros especialistas como Rui Faría, ayudante de Mourinho. Le gusta apretar las clavijas individualmente a los jugadores, ‘picarles’, empujarles a alcanzar sus límites.

Y la plantilla, al menos de momento, ha respondido positivamente. Hasta ahora no ha habido ni una sóla queja por la intensidad de Richino. La plantilla sabe que se ha hecho tabla rasa y todos parten con las mismas opciones de cara a Pizzi. Ahora le toca a cada jugador demostrar su valía en los entrenamientos.

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