La nevera

Seguramente hoy tocaba escribir sobre el francés de moda pero, sinceramente, me da bastante pereza. Más allá de la postura firme y necesaria que, desde el Club, se escenifica para no volver a ponerse a los pies del ‘niñato’ de turno, tengo la sensación de que, como casi siempre, será el jugador quien acabará saliéndose con la suya y conseguirá dejar el Valencia por un precio muy inferior al que el mercado marcaría en condiciones normales. O sea, lo que él quería. En cualquier caso el Valencia va avanzando con paso lento, pero avanzando sin su concurso asumiendo que Rami pertenece al pasado.

Pero esta semana hemos visto , una vez más, reaparecer la sombra de la injusticia en un estadio de fútbol. La injusticia siempre es descorazonadora pero, cuando esta se abalanza contra el débil de forma impune, resulta especialmente repugnante. La cruda realidad dio la bienvenida oficial al Elche a la máxima categoría del Fútbol español. No hay como un atraquito de uno de los grandes a domicilio para darte cuenta de cómo funciona el negocio.

Juegas un buen partido frente a un rival inconmensurable, pese a la enorme dificultad que entraña lo superas en el terreno de juego y, de repente, el gigante te pega una dolorosa bofetada con la mano del árbitro. Aturdido por el sopapo te preguntas : ¿por qué el arbitro presta su mano para abofetear al humilde? La respuesta es clara: Por cobardía. Porque no hay nada más aterrador , para determinados árbitros, que soportar el peso del rodillo mediático que acompaña al poderoso. No es una campaña orquestada. Es miedo y poca personalidad.

A los grandes les viene bien un colectivo arbitral acomodado y benevolente con el pudiente. Los medianos no acaban de tenerlo claro y, aunque intentan hacer ruído cuando les birlan, se hacen el ‘sueco’ cuando son beneficiados pese a que ese beneficio siempre proviene del expolio del más débil. Los pequeños y los recién llegados… Ajo y agua. 

No es una campaña orquestada en base a consignas dirigidas a hundir a nadie. No es necesario. Se trata de administrar la cobardía y quienes lo hacen vienen haciéndolo desde hace décadas. La responsabilidad es de ellos y de todos los dirigentes de Clubes que hacen la pelota a los poderosos en lugar de reivindicar sus derechos donde toca y ante quien toca. 

Que , tras el desastre, manden a Muñiz o a cualquier otro a la famosa nevera carece de eficacia. Salvo que lo manden a la nevera a por una botellita de Cava con la que celebrar el expolio.

 

Nacho Cotino (@NachoCotino)

Sillas Gol

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