Richino o el preparador físico que quiere cambiar la tendencia crítica en Mestalla

La figura del preparador físico viene siendo, desde el Valencia de Benítez, una de las más observadas en el entorno valencianista debido a los buenos resultados obtenidos en el año del doblete. En 2004, el trabajo de Pako Aiestaran no pasó inadvertido y siempre se destacó el tono físico del equipo en la consecución de los títulos de Liga y Copa.

Hombres como Julen Masach -en dos etapas, con Quique Sánchez Flores y Unai Emery-, Miguel Villagrasa -que curiosamente estos días vuelve a ejercer dicha labor aunque su lugar corresponde al equipo filial-, Aiestarán de nuevo, Gabriel Macaya -muy criticado por la plantilla durante la etapa Pellegrino- o Jose Antonio Pozanco -en los seis meses que Valverde estuvo en el club- han desempeñado desde entonces ese rol con distinta suerte.

El último en hacerlo fue Dejan Illic, preparador físico serbio que vino el pasado verano de la mano de Miroslav Djukic. Desde un primer momento hubo cierta tirantez con los jugadores por la exigencia física de la pretemporada en Alemania: unas críticas que se hicieron más fuertes con el paso de las semanas y tras la primera racha de malos resultados, aunque Illic echó balones fuera. Su trato distante con los futbolistas fue otro de los motivos para la protesta por parte de un sector de la plantila.

Tras la destitución de Djukic y con el fichaje de Pizzi muy cerca de oficializarse, el agente del técnico reconoció que el ‘Largarto’ quiere traer consigo a Valencia a su cuerpo técnico, con el chileno Manuel Suárez como segundo y en el que está incluido el preparador físico Alejandro Richino. Su posible marcha fue ampliamente lamentada por aficionados y periodistas del equipo «cuervo» a través de las redes sociales debido a su buen trabajo durante el último año y dos meses en el ‘Ciclón’.

El uruguayo, a sus 49 años, afrontaría de este modo su primera experiencia en Europa tras pasar por clubes como Danubio (Uruguay)Olimpia (Paraguay) -donde coincidió con los legendarios técnicos Luis Cubilla y Angel Castelnoble-, Racing de Avellaneda o Millonarios. Posteriormente ligó su carrera a la del ‘Pacho’ Maturana, cuando este fue el seleccionador de Costa Rica, Perú y Colombia.

Formado en el Instituto de Educación Física en Montevideo (Uruguay), los jugadores a sus órdenes saben bien pronto que se encuentran ante un ‘loco’ que encarna la exigencia personificada. Se sabe que tiene aversión al teléfono móvil, que sabe cómo motivar a los futbolistas aunque sea a grito pelado -a Pablo Vitti, cuando ejercía en Universitario de Perú, le gritó «si paras de correr, te mato»– y algunas de sus anécdotas célebres guardan relación con una furtiva ronda nocturna en las habitaciones del hotel en el que pernoctaba San Lorenzo de Almagro para comprobar que todos los jugadores dormían en sus camas a las once de la noche, o una sesión de activación la temporada pasada en la que arrancó el trabajo en el comedor de un hotel para trasladarlo posteriormente a la planta 12 del edificio… tras subir por las escaleras al trote. Nada de ascensor.

En los entrenamientos Richino da ejemplo siendo el que tira de los grupos de jugadores cuando toca hacer carrera contínua, algo de lo que también era habitual Pako Aiestarán. Exigente, implacable con los futbolistas cual sargento de hierro. Ese es el ‘loco’ Richino. Uno de las artífices, según Pizzi «la mayoría de los segundos tiempos dominamos los partidos desde lo físico»-, de que San Lorenzo se alzase con el título de campeón en el Torneo Inicial hace una semana. Tras años de críticas a la preparación física, el uruguayo tendrá ante sí el reto de silenciar las quejas y lograr que en el Valencia los jugadores vayan físicamente a tope.

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