Siempre nos quedan los entrenadores

La Liga Europea, con todo el cariño del mundo, es una castaña insufrible, sobre todo en las primeras rondas. Sólo cuando se acerca la final gana un poquito de interés, pero muy poquito. No se emocionen. Además, cuando has llegado al cielo tantas veces, quedarte en el purgatorio es muy aburrido.

Menos mal que los entrenadores muchas veces hacen algo que te tiene entretenido. Djukic lo consiguió, con su alineación: el Twitter y muchos amigos inconformistas hicieron el resto.

El serbio, en solitario, animó una tarde soporífera de fútbol. Una tarde de fútbol antiguo, de mal fútbol. Salió Piatti de titular y la indignación pasó a formar parte de mi mundo. Todos, o la gran mayoría, alucinaban con la decisión del mister. Y todos veían algo más que el mero interés futbolístico en la decisión de un entrenador que, les aseguro, me tiene un poco desconcertado. No voy a engañarles.

Cuando parece que empieza a controlar ese vestuario tan peculiar que tiene, toma una decisión que al extraña a muchos y que no creo que haya sentado del todo bien a algunos de sus jugadores. Y eso que yo coincido con el mister en una cosa: Piatti solo puede jugar de ‘9’ en el Valencia. Pero que se lo haya ganado a pulso, que haya hecho más merecimientos que otros compañeros… Me extraña.

No voy a caer en el folklore de si Paco Alcacer merecía la titularidad o no, dado que no veo entrenar al equipo a diario y no puedo valorar esa decisión. Sigo y seguiré pensando que ningún entrenador toma decisiones que no le favorezcan.

Pero llama la atención que en la pretemporada sea repudiado y que, una vez acepta una reducción de salario, sea titular. Aunque insisto, no creo que ese sea el motivo, pero sí que deja dudas en el ambiente. Y el entrenador no está tan asentado como para que se dude de él tantas veces. Ya bastantes dudas genera el juego de su equipo como para imaginar otras cosas. El tiempo dirá si fue un acierto o no, pero también el tiempo puede sonrojar a más de uno. Repito lo anterior: este entrenador no deja de ‘sorprenderme’. 

Al final, el fútbol fue justo, mucho más que el entrenador, y premió el trabajo de meses de un futbolista que debe replantarse su futuro en el Valencia. Un regalo del portero rival o dos, y una falta bien lanzada (¿?) dieron al equipo tres puntos vitales. Pero, una vez más, que el resultado no oculte la realidad. Todavía no hay nada que se parezca a fútbol. Pasemos página: quizá sea lo mejor, o lo menos doloroso en este momento.

 

Carlos Egea (@cegeavivo)

Periodista Radio Nou

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