Yo quiero un Javi Fuego en mi equipo

Si a un visitante marciano le diese por repasar las últimas alineaciones del Valencia probablemente le chirriarían tres nombres que, seamos sinceros, si uno no atiende al trabajo diario en Paterna y se resiste a poner un poquito de su parte, no logra entender hasta que le tapan la boca sobre el césped. Uno de ellos es el de Javi Fuego, el jugador al que —tras un verano de intranquilidad y dudas respecto a su futuro— el inicio de la competición ha distinguido como un hombre importante para el equilibrio defensivo del equipo y, sobre todo, como una pieza referencial dentro del vestuario. En las últimas semanas, el futbolista asturiano ha experimentado una verdadera catarsis. Es uno de los líderes del nuevo Valencia.

El centrocampista, inteligente, táctico y veterano en el sentido más alto de la palabra, ha sabido concebir sus limitaciones casi como su mayor virtud y ha conquistado a Nuno como antes hizo con Rufete y con buena parte del respetable. Su pujanza habla con nitidez de la meritocracia del técnico portugués, en el vestuario cada vez son más los que lo admiran por su entrega y su profesionalidad y ya calza un rol de líder. Durante el transcurso del encuentro ante al Espanyol se produjo una situación que recoge en esencia los galones del nuevo Javi: en el momento en que Álvaro atropella de forma deliberada a Piatti, el primero en reaccionar es el asturiano, que no duda en recriminarle la acción y defender con uñas y dientes a sus compañeros. Javi Fuego es un hombre necesario para el correcto desarrollo de un vestuario tan joven como el actual.

El pasado día 10 de septiembre acudía a comparecencia de prensa después del entrenamiento matinal. Salió tranquilo, resuelto, consciente de que por méritos propios, un jugador tan abnegado como él, había conseguido dar un vuelco radical a su situación dentro el club. El asturiano, totalmente convencido de sí mismo, dijo entonces: “Nunca se me pasó por la cabeza marcharme”. Aquello era una mentira piadosa. No hacía falta decir lo que podía intuirse. Hace apenas unas semanas, en el stage del equipo en Herzogenaurach, comentaba sin tapujos a sus compañeros que su idea era abandonar el club y llegó a tenerlo hecho con un equipo de Primera, producto de las dudas que había en torno a su continuidad por el nuevo sistema que tenía en mente Nuno y ante la vibrante posibilidad de que llegase Enzo Pérez.

Enzo no llegó, sí lo hicieron Filipe Augusto y Zuculini. Y él demostró que lo suyo es apretar los dientes y fulminar reticencias sobre el terreno de juego. Atrás quedaron sus palabras en Alemania, su grado de resignación y las visitas de su agente Eugenio Botas a Paterna para sondear los planes que tenían con él en el club. Se ha multiplicado su competencia pero Nuno se ha dado cuenta que su esquema prototípico del ‘doble ocho’ necesita un Javi Fuego que lo sostenga. Es uno de los jugadores que más trabaja defensivamente de la plantilla y el técnico le ha dado la titularidad en los tres partidos de Liga. Su caso demuestra que la realidad en el fútbol es incluso más cambiante que la cotidiana. Hay que ser de Javi Fuego. A mí, como a tantos otros, ya me ha tapado la boca. ¿Y a ti?

Andreu Alberola, Periodista Deportivo

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