PPCV: Por la boca muere el pez

Se dice que a alguien se le va la fuerza por la boca cuando sus palabras no son respaldados por sus hechos, cuando habla demasiado y con fantasía o bravuconadas, pero todo queda en nada.Y en nada precisamente quedan los aparentes esfuerzos de los populares valencianos -algunos de ellos- por ofrecer una imagen de excelsa valencianidad, a través de contundentes titulares periodísticos, o a golpe de una futura Ley de Señas de Identidad y un Observatorio de Señas que, de ser realidad en los términos adecuados, no va a dar abasto a la hora de impugnar subvenciones al entorno catalanista.

Y es que, la semana del PPCV en materia de «írsele la fuerza por la boca» ha sido memorable. Vean: si en 2014, nueve de las dieciocho trobades catalanistas que organiza la subvencionada Escola Valenciana se han celebrado en ayuntamientos gobernados por los populares, en 2015 no parece que la estadística vaya a ser muy distinta. Y así, nos encontramos la primera trobada confirmada para la primavera de 2015 en Benetússer, gobernado por la popular Laura Chuliá. Tengan la seguridad que no será el único ni último ayuntamiento popular que confirme que acoge la trobada. Pasa cada año desde hace décadas.

María José Catalá, Consellera de Educación, Cultura y Deporte, sigue muy callada y de perfil a las denuncias y exigencias que entidades cívicas y culturales rubrican a diario cada vez que un padre o estudiante les hace llegar noticia de un libro de texto donde se produce descarga ideológica catalanista sobre el alumno, o que a determinado profesor o director de colegio se le antoja colgar banderas aragonesas para celebrar el 9 d´Octubre. María José Catalá sabe que el gobierno foral navarro ha retirado recientemente veintidós libros de texto de euskera, en los cuales se producía doctrina en clave nacionalista y alusiones a la inexistente «euskalherría». Mientras tanto, nuestros escolares son adoctrinados a la trágala con mapas de los «països catalans» o afirmaciones anticientíficas y antihistóricas, sin que nuestra consellera haga nada por evitarlo. Bastante faena parece tener ya con escuchar al presidente de Escola Valenciana ¡en sesión parlamentaria! dando lecciones sobre lo que es una educación pública de calidad y en «valenciano».

No contenta con este ninguneo a las entidades cívicas valencianas, Catalá presentó hace unos días el anteproyecto de Ley de Mecenazgo de la Comunitat Valenciana. Un material legislativo sin duda necesario y beneficioso. Dicha ley contempla la concesión de un galardón anual a un destacado mecenas de la cultura. Y, ni corta ni perezosa, nuestra consellera no tiene más ocurrencia que bautizar dicho galardón con el nombre de Pere Mª Orts, académico de la catalanista AVL, cuyo trabajo intelectual más clamoroso ha sido durante años intentar demostrar de forma voluntarista y torticera que la Real Senyera coronada otorgada a la Ciudad y Reino de Valencia por Pedro el Ceremonioso en el siglo XIV sólo es bandera del Cap i Casal, dejando así la puerta abierta a que la bandera de Aragón, adoptada oficialmente por Cataluña a la muerte de Franco, sea oficial en territorio valenciano.

Y una vez más vuelve a salir la AVL a la palestra. El ente político pactado por el PP con el tripartito catalán para oficializar el catalán en la Comunitat Valenciana acaba de ser regado con una nueva lluvia de euros en los Presupuestos de la Generalitat de 2015. Después de la polémica del diccionario catalán -doce años y algunos millones de euros para, básicamente, copiar el diccionario del IEC- y de la definición de «valenciano» como lengua compartida con Cataluña, Baleares, Andorra… de la cual el Consell Jurídic Consultiu (CJC) ha dictaminado por dos veces su ilicitud, la AVL recibirá en 2015 de nuevo cerca de 3 millones de euros. Atrás quedan declaraciones como «nos estamos planteando no dotar presupuestariamente a la AVL en 2015 si no retira el diccionario», y «el PP se plantea ahogar financieramente al ente catalanista». La inyección de oxígeno va a ser, un año más, y un año crucial electoralmente hablando, importante.

¿Y qué decir de esos rectores de las cinco universidades públicas valencianas, que, en nombre de la «ciencia», se han posicionado en contra de la Ley de Señas y exigen su retirada? Rectores a los que nadie desde el gobierno valenciano ha enmendado la plana. Rectores que, abanderando la independencia universitaria y la libertad de cátedra, olvidan su condición de servidores de la sociedad valenciana y gestores públicos para sacar a relucir su verdadera función, la encubierta: actuar como agentes políticos del catalanismo y velar por mantener al sistema universitario valenciano arrodillado a los intereses mercantilistas del nacionalismo catalán y su entramado editorial, y al control de una izquierda sucursalista que, pese a no gobernar, ejerce un encomiable dominio del entorno. Dominio que los populares nunca han sabido -o querido- finiquitar.

He aquí los gloriosos últimos días que se ha marcado el PP valenciano. Mientras tanto, el finísimo margen de confianza -o desconfianza- que el valencianismo cívico y cultural otorga a los populares en materia de política cultural, identitaria y lingüística, se difumina más y más. No se sorprendan en mayo de 2015 si el elector valencianista, ese que el Partido Popular asimiló en los noventa, se «busca la vida» y apuesta por otras opciones políticas más respetuosas la identidad valenciana y consecuentes con su discurso. Y parece que las hay de todos los colores.

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