“Blanco marca el camino”. Así de bonito y contundente titulaba el periódico “Las Provincias” una interesante crónica política publicada hace poco más de siete años. El camino que el número 2 del PSOE, José Blanco, había trazado para su partido en Valencia, era el de luchar con dureza contra la corrupción que se hacía evidente en las filas del PP valenciano.
“En la cara de Cristo todo se ha visto”, decían nuestras abuelas cuando una hipocresía quedaba al descubierto. Pues algo así les ha ocurrido a los sindicatos y a la patronal cuando en el Congreso han puesto reparos a cumplir con la futura Ley de Transparencia en lo referente a los sueldos de sus directivos. Cuando las noticias sobre corrupción se acumulan, la guasa nacional ha sido estrepitosa.
En la primavera de 1913 nuestras abuelas decidieron ir al cine a llorar. Ya habían sollozado mucho con otras películas emocionantes: pero esta, la cinta que estrenaba el Cine Sorolla, era una cosa especial. Se titulaba “La alondra y el milano”, nombre que habían puesto en España a una producción francesa, “l’Enfant de Paris”, que en 1913 arrasó en las taquillas de toda Europa.
La huelga portuaria iniciada ayer es un conflicto grave que deja a Valencia coja. Porque no se puede concebir una ciudad sin un puerto deportivo y otro comercial, ambos en plena actividad. Ocio y negocio deben ser complementarios en la vida valenciana.
La especial importancia que la alcaldesa quiere dar al Santo Cáliz en la proyección exterior de la ciudad de Valencia, invita a recordar que, en 1940, se proyectó que la reliquia de la Última Cena presidiera la Catedral, en exposición permanente en el crucero del templo. Para ese fin se construyó, como se recuerda, un baldaquino, que fue posteriormente desmontado.
Sin reparo alguno, sin complejo de inferioridad, el ministro de Asuntos Exteriores ha puesto de moda, nuevamente, el verbo “españolear”. La presentación de la “Marca España” en el Parlamento Europeo ha sido una nueva demostración de la solvencia del político afincado en Valencia.
Hubo un tiempo, querido lector, en el que la autonomía valenciana no tenía competencias en Sanidad. O por decirlo mejor, tenía unas pocas, pero todavía no le había sido trasferida la jurisdicción sobre los hospitales. Pero el conseller Miguel Millana tenía muy claras las ideas: la sanidad debía ser pública a toda costa.