Insensibles
Siempre he tenido la impresión personal, equivocada o no, de que hay ciertas situaciones que no tienen nada de espontáneas. Más bien al contrario, son una consecuencia directa de ciertos comportamientos.
Siempre he tenido la impresión personal, equivocada o no, de que hay ciertas situaciones que no tienen nada de espontáneas. Más bien al contrario, son una consecuencia directa de ciertos comportamientos.
Julian Day era un hombre obsesionado por los números y las fechas. También por la tortura psicológica y el crimen, que fue escalando en intensidad y en su componente macabro con el paso de los años. El Hombre del Calendario nunca fue uno de los enemigos más formidables de Batman, pero sí uno de los más previsibles. Fechas. Días. Momentos. Ahí estaba él.
El fútbol me enamoró de muy pequeño. Me encantaba bajar a la calle a jugar con mis amigos. Ahí todos éramos iguales. Ni ricos ni pobres, ni guapos ni feos, todos con un mismo objetivo: ganar. Marcar el gol en esa artesanal portería con dos postes de piedras y un larguero imaginario que variaba dependiendo …
Sin lugar a duda, lo más bonito de las competiciones internacionales de clubes son los desplazamientos. Cientos de personas, miles en ocasiones, según la distancia y lo atractivo del destino, se movilizan para animar a los suyos, para llevarles en volandas y hacerles sentir a domicilio como si jugasen en casa.
Quiero imaginar que el partido de Kiev será suspendido a lo largo del día de hoy antes de que el avión despegue de Manises al filo de mediodía con la expedición del Valencia a bordo. Le doy todavía un voto de confianza a quienes ostentan cargos de responsabilidad en la UEFA pese a que recuerdo algunos precedentes que invitan más bien al pesimismo. Sin embargo, no concibo que se vaya a jugar en el estadio Valery Lobanowsky el partido ante el Dynamo después de ver las imágenes de las revueltas que agitan la vida en la capital de Ucrania y que han provocado numerosas muertes. Si se celebra el encuentro se asumen demasiados riesgos y, bajo el pretexto de aparentar una normalidad salpicada de sangre, se ofende el sentido común.
Disfruten de las paradas de Keylor Navas. Es un espectáculo paralelo a lo que hace el resto de su equipo sobre el terreno de juego y por el mismo precio de la entrada. Admiren sus gestos cada vez que despega los pies del suelo, cada vez que se suspende en el espacio y abre sus alas tendinosas para sacar balones inalcanzables porque la próxima temporada, si se materializan las ofertas que está recibiendo, ya no se enfundará la zamarra granota.
A este paso, la nevera se va a quedar pequeña. Y no hablo de la de mi casa. Ni siquiera de la de usted que me está leyendo. Pero el imaginario espacio correccional que pena los errores de los trencillas se podría quedar pequeño si no fuera porque nadie vigila al vigilante.
Confianza. Un término tan abstracto como palpable en el estado de ánimo y posterior rendimiento de los jugadores. Un grado difícil de conseguir en el más alto nivel futbolístico, máxime con una edad inferior a los 20 años. Tan complejo como observar en aquel la madurez necesaria para acatar las órdenes de su superior –por injustas que sean- y trabajar duro para demostrar que el talento, la clase y el amor a una zamarra vienen de fábrica. De una dedicación constante. Diaria. Absoluta.
Los aficionados del Valencia CF tienen motivos para «romper el pase», uno de los dichos populares clásicos de Mestalla. Esa frase era veraz como la vida misma. Cuando el equipo no funcionaba, el seguidor demostraba su enfado rompiendo un pase que minutos mas tarde era pegado con pegamento o cola de la época. Era la manera mas radical de exteriorizar un enfado y también la más llamativa. Aquellos cartones que se picaban daban mas juego que las tarjetas de plástico actuales.
Si hay algo que defina a una institución, a un club de fútbol o a cualquier colectividad, es su identidad. Lo que hace ser distinto al resto. Pizzi parece haber encontrado la tecla para dotar de identidad a una plantilla que hace un mes parecía perdida e insalvable y que, tras la inesperada victoria en el Camp Nou, parece resurgir. El gigante dormido empieza a querer despertarse, como le hubiera gustado a Djukic.
La rumorología no es una ciencia pero contribuye a la difusión de informaciones que en determinadas ocasiones se convierten en la antesala de una noticia que con el transcurso del tiempo se termina confirmando.
Con el buen regusto en la boca tras los partidos ante el Barcelona y el Betis, y con la batalla del domingo próximo pendiente para pasar de una racha a comenzar a tejer una línea ascendente, al valencianismo le persigue la maldición de no poder encadenar tres días tranquilos. Ahora que lo deportivo parece estar …